jueves, 8 de octubre de 2009

EL MÉTODO Y LA UTOPÍA

Los que nacimos en un país gobernado por un dictador, tras un gravísimo conflicto, como es una guerra civil (se matan vecinos de toda la vida entre ellos; muchas veces, por asuntos y cuentas personales pendientes pero disfrazados de ideología de conveniencia, y la mayoría de origen social bajo: los intelectuales y ricos que pudieron se marcharon al exilio en busca de refugio humano y sentimental), nosotros, víctimas de las consecuencias de aquellos horrores, cual la miseria en derredor (nunca se me va de la cabeza aquel hombre de Monda que "reptaba" por las calles pidiendo limosnas y que traía casi a diario el cosario en su coche), el hambre cercano (tampoco puedo quitarme de los ojos aquellos niños famélicos y sucios, subidos en las rejas del jardín de los abuelos, gritando: "señorito, dame uvas palma", aquella especie de dátil pequeño que daban las enormes palmeras que elevaban en par el jardín de la inocencia en aquellos días de tragedias familiares, de mentiras piadosas y de mucha ternura...), y la indecencia de las enormes diferencias sociales de entonces; nosotros, aquellos niños que no comprendíamos casi nada, sí, en cambio, decidimos que el mundo no podía ser así por más tiempo...
Yo creo que desde entonces mi generación tomó conciencia de la necesidad del humanismo como única moral capaz de salir de aquellos espacios públicos inmorales por injustos, hambrientos por desiguales... Con los años, al fin llegamos a leer a los positivistas y a los socialistas utópicos, para acabar leyendo a Marx y Engels y ser definitivamente atrapados por el materialismo histórico como método de análisis, y por el socialismo como acción política más liberadora e igualitarista y que preservara al mismo tiempo la libertad individual de ser y estar en el mundo...
Vino la transición política, vino el desarrollo económico, y vino la ordinariez, la desmemoria y la vuelta a las andadas. Enseguida apareció el desencanto, ese estado de melancolía que te invade cuando ves que los tuyos te traicionan, se corrompen y que la condición humana no alcanza espacios de mejoría con el desarrollo económico y social; antes al contrario... Y aún así, sigues ilusionado con aquellas utopías, no sólo por necesarias para seguir con las conquistas, sino por mera supervivencia personal en un mundo tan terriblemente inhumano como el que nos ha tocado en vivir; cierto que somos la primera generación que no ha conocido guerra directa alguna; pero también somos la primera en ver por televisión hasta dónde puede llegar la miseria humana del poderoso que decide atacar Irak, con población civil destrozada, matada, aniquilada, cual holocausto; o las matanzas de civiles en Afganistán; y con las torres gemelas de N. York destruidas por dos aviones con pasajeros civiles...
Y entonces, hoy, mi generación, nosotros, aquellos niños que nacimos en la España de Franco, en aquella terrible posguerra, concluimos que sí, que hemos avanzado mucho en lo económico, pero el mundo se ha instalado en una mayor miseria moral, donde los ricos roban más y se van de rositas después de provocar una enorme crisis financiera, donde los socialistas mientes y hacen políticas regresivas en los ingresos y gastos públicos, donde los berlusconi no sólo se aprovechan de la inocencia y el desencanto, sino que revitalizan viejos fantasmas fascistas (el estado soy yo: viva Italia, viva Berlusconi, dice con un enorme desahogo después de acusar a la judicatura de rojos y ostentar todo el poder mediático), o viejos ritos franquistas con personajes como los del Gürtel, horteras levantinos que se venden por 12.000 euros, o pajines impresentables...
Y entonces volvemos la vista atrás y, sí, aún tenemos "fe" en nuestras utopías (siempre fuimos creyentes en nuestras cosas y en nuestros temores), y aún seguimos usando el materialismo histórico como método de análisis para seguir esperando que el socialismo (esa esperanza que básicamente consiste en luchar para garantizar de verdad la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos, sean de donde sean y tengan lo que tengan, para que así, libremente, puedan decidir sobre su ser y estar en el mundo), más temprano que tarde, a pesar de tantos traidores, se vaya haciendo realidad e inunde las alamedas de hombres libres y solidarios que salen a vida para disfrutarla y vivirla en su belleza y hermosura (como quería Allende).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios