viernes, 16 de octubre de 2009

LOS DISCURSOS

El otoño ha comenzado caliente; las altas temperaturas meteorológicas que padecemos ayudan también al acaloramiento del panorama político; un panorama político que sigue anclado en la irresponsabilidad de los dos grandes partidos, divididos mientras el país pasa por una profunda depresión que nadie quiere reconocer en su auténtica envergadura: hoy hemos sabido que los bancos españoles no estaban tan saneados como nos han dicho una y otra vez desde diversos ámbitos; la banca española oculta el deterioro de sus activos, como hoy denuncia la agencia Moddy´s. Una vez más, engañados como chinos...
Y siguen los líos en la casa de los líos, donde el patrón no manda y todo apunta hacia un declive de la derecha política que pudiera acabar con escisiones y proyectos personales desmedidos y sin proyección social alguna, más allá del daño moral que proporcione al ya de por sí muy deteriorado espacio público español. Y para más inri, y como muestra de la decadencia del modelo de listas cerradas, tres diputados vascos del PP se ausentaron de la votación ayer sobre el cupo vasco y su blindaje judicial; es decir, el PP no tiene un discurso nacional para todo el estado; con lo cual se desmorona su abanderamiento permanente del nacionalismo español frente al crecimiento de los nacionalismos periféricos tras la consolidación de la democracia y la vigente Constitución que implanta el estado plurinacional autonómicoY este hecho ha pasado casi desapercibido, cuando tiene una enorme importancia: desde la transición política, sólo el PSOE (la derecha estaba dividida en varios grupos nacionales -Alianza Popular y UCD- y nacionalistas -PNV, CIU, UPN, etc-) garantizaba la unidad del estado español, en lo que a servicios públicos se refiere: todos los españoles tenían garantizados los mismos derchos vivieran donde vivieran. Con los años, y tras la caída en desgracia del felipismo y el guerrismo (únicos jacobinos de verdad que hubo en la izquierda española), el PSOE, y sobre todo el PSC, el PSMallorca y PSPValencià, en su lucha por el poder, empezaron a descomponer aquella garantía de unidad del estado español, bandera que recoge entonces la aznaridad y que ha seguido enarbolando Rajoy... Claro que, con tanta baronía mandona, insolente y taifista, la unidad del estado español como garantista de que todos los españoles tengan acceso a los mismos serviciso públicos vivan donde vivan, queda sin afianzarse en gran medida. Entre Camps-Costa y los diputados vascos que ayer se ausentaron para no votar en contra de su partido, Rajoy ha perdido la bandera española como insignia de su discurso fundamental.

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