sábado, 23 de agosto de 2008

LOS REGRESOS (13)

Regresan mis cosas, esos objetos que vamos acumulando a lo largo de nuestras vidas, de nuestra historia. Cuando eran las 12 horas del día de hoy, llegaban mis pertenencias casi últimas desde Sevilla. Y digo casi últimas, porque hay una que no pudo regresar conmigo: es el alma que dejé por allí, por mi Barrio de Santa Cruz, por las calles de mi Sevilla (todo el que vive allí alguna vez tiene "su Sevilla"; y yo tengo la mía, esa que siempre llevaré en mi corazón; porque allí amé y fui amado; porque allí soñé y fui soñado; y porque allí, se quiera o no, pasé los mejores años de mi vida, esos años irrecuperables e intensamente vividos), y por aquellas paredes, blancas o rojas, acaso tonos venecianos, ocres y verdes, blancos rotos y la nobleza del barro y la cal... Patios franceses, barrocos sevillanos, monteras esmeriladas y toldos anaranjados.... Madreselvas, naranjos y geranios... Espadañas de iglesias, y La Giralda... ¡Ay!, ¡cuántas veces caminé por tus bajos, por tus sombras, por tus esquinas...!

Regresan, sí, mis objetos, mis cosas, mis recuerdos: ya no sabemos vivir sin nuestras cosas...
Y si la vida es construir una historia, parte de mi historia regresa conmigo... Y mis libros, y mis cuadros más preciados, también regresan, aquellos que tanto amo y sin los que no sería capaz de sobrevivir en este asqueado mundo que me tocó en vivir...

La vida es un constante regreso; regresamos a nuestra vida construida en forma de memoria, y también regresamos a nuestros seres queridos, aquellos que tanto quisimos y que ya no se encuentran entre nosotros. Y como no, también regresamos a nuestras cosas...

Regresan mis cosas, y yo regreso a ellas...