viernes, 22 de agosto de 2008

LOS REGRESOS (11)

Muchos seres humanos emprenden un regreso a lo animal; ese latente origen cargado de química y que no se ha humanizado; por tanto, lo animal es puro, virgen, unidireccional: sólo responde al instinto de supervivencia y a la batalla por satisfacer las necesidades más primitivas, más elementales. Porque humanizarse, ser humano, es relativizarse, es intentar comprender al mundo y sus miserias; es pensar... Es el fin de la inocencia, y es la desdicha. Porque saber nos hace libres, pero también, a partir de entonces, muy desdichados...
Muchos otros seres humanos no han iniciado aún el viaje de ida; es decir, nunca se humanizaron. Son los bestias, son los "al margen", los resentidos con violencia, "los malos"... Así son catalogados por la mayoría en salvaguarda de su infelicidad humana. Les llaman "costes sociales", la marginalidad a la que reprimir en cárceles o intentar reconducir a un insólito y desdeñado viaje hacia lo -llamado por aquellos- "humano"...
Y también hay seres humanos que regresan a aquel mundo animal a través de perros, gatos y otros animales. Les dan compañía, dicen, cuando lo que no quieren reconocer es que sólo sobreviven ya entre perros y gatos para sobrellevar a los seres humanos de su alrededor.

Es el fracaso del hombre en sociedad. Es un regreso al Leviatán de Hobbes, una regresión social en toda regla. Es el enorme fracaso de la modernidad: la condición humana no tiene remedio...

¡Volvamos al instinto animal! ¡Vivamos entre perros, gatos, loros y otros bichos que llaman domésticos (es decir, suficientemente reprimidos en lo animal como para convivir con otro animal que quiso emprender un viaje hacia lo humano y que fracasó estrepitósamente).

Es el regreso a lo animal y el gran fracaso de la misión humana en la modernidad...