Una de las grandes contradicciones de la construcción europea es el elevado protagonismo que para asuntos colectivos de la unión se les da a las naciones integrantes, sobre todo teniendo en cuenta lo insignificantes que son en cuanto a población o renta. Y así, tres millones de irlandeses, de los cuales sólo habrá ido a votar sí o no el 40-45% de su cuerpo electoral (calculamos que no más de 1,5 millones de electores) en el referendum sobre el Tratado de Lisboa. ¡Hombre, que 1 millón de ciudadanos de un país decida el futuro de casi 500 millones de ciudadanos europeos, es muy poco democrático, no!...
Claro que, por otro lado, la Europa que se está construyendo por Capos, Duces, Presidentes de República que parecen reyes medievales, traidores de la izquierda, terceros viístas de la nada, con planteamientos de 65 horas laborales semanales, etc... Con estos mimbres, la verdad es para decir NO, lo que ocurre es que no nos consultan temiendo ese resultado.
Pero lo grave es que se ha dicho NO (se confirma a esta hora) a un Plan B, que surgió cuando se dijo No al Plan A. Y el problema grave es que no hay Plan C: son tan frívolos que no han previsto, una vez más, un plan para el fracaso.
Muchas veces tenemos la sensación de que estamos en manos de gente tan frívola que cuesta trabajo creerlo. Como esa Ministra de ZP, a la que al fin alguien -como Alfonso Guerra- pone en su sitio, que se dedica a reivindicar miembra como correcto en vez de poner en marcha un Ministerio sin competencias, sin sentido, como antojo de ZP y como guiño frívolo, de no se sabe con qué intención, más allá de aquella como la de los 400 €... ¡Claro, como no tiene nada que hacer y con esa edad de la inconsciencia de la inocencia y el desconocimiento, pues se dedica a decir chorradas... ¡País!
¡Cuánta frivolidad en España y en la UE!
Afortunadamente, cada día descreemos más de su capacidad; cosa que, por un lado nos tranquiliza para el futuro, pero, por otro lado, nos produce terror con los tiempos que corren...
