miércoles, 18 de junio de 2008

LA DEGRADACION Y LA DESOLACION DE LA QUIMERA

Uno comprende que la comunicación es un negocio (en el mundo de hoy, casi todo es un busines); y también uno comprende que el productor tiene que estar al quite: como en todos los negocios, las oportunidades son limitadas y muy competitivas. Y más en un mercado, que además detenta enormes parcelas de poder, no sólo informativo, sino como lobby de presión y de, incluso, extorsión. Pero, como todo en la vida, este sector económico tiene un límite como negocio: la decencia del productor (un mínimo código ético) y la honestidad para con sus clientes (los lectores). Y en el ejercicio de esta responsabilidad es donde, sus clientes, es decir, nosotros los lectores, diferenciamos a un productor de otro, en este caso, de noticias.

Viene esto a cuento de las últimas andadas del grupo que creíamos representaba mejor ese concepto de la responsabilidad, en el competitivo mundo de la comunicación, al reclamar para si, y como bien cultural de primer orden, la llamada fiesta nacional, y llegando a hacer de ella, junto con el fútbol, el buque insignia de sus negocios audiovisuales, quiérase o no, los negocios del futuro del grupo... Y uno recuerda, entonces, la España negra -tan reciente-, la España inculta -tan presente-, atrasada, sucia, fea y mezquina, aquella que usó también aquel buque insignia de los toros y el fútbol como sustento de sus "negocios" y manejos políticos, en aquellos años oscuros, tristes y siniestros del franquismo, tan cercanos... Y claro, se comprenderá, que los que siempre hemos visto en ese Grupo de comunicación algo más que un business, pues estemos un poco (bastante) delosados, al asistir atónitos a la degradación de uno de nuestros sustentos culturales y emocionales en la España democrática y moderna en la que queremos vivir.
Quizá es que, en la modernidad, todo es "desolación de la quimera" (Luis Cernuda)...