martes, 20 de mayo de 2008

LA CONDICION HUMANA (1)

Los seres humanos tenemos tanta necesidad de que nos admitan, acepten y nos amen como somos, que en esa batalla nos pasamos las más de las veces en exigencias. Porque si es verdad que por débiles necesitamos de aquellas admisiones, aceptaciones y cariños, también es verdad que no tenemos en cuenta si los demás están capacitados -o no son conscientes- para ver que el otro nos necesita tanto y con tanta ansiedad, como las más de las veces ocurre.
Por tanto, habría que ser menos exigentes para con los demás y también habría que ser más comprensivos y tener en cuenta las capacidades del otro para con nuestros asuntos. Claro que, para ser menos exigentes con los demás debemos ser nosotros muy fuertes. La debilidad, la duda, la inconsistencia, nos hace reclamar de los demás aquellos señalados déficits personales.
Y lo peor de todo, es que nuestro orgullo, como forma más sutil de nuestra inconsistencia y de nuestra debilidad, nos impide solicitar aquella ayuda a las claras. Y, claro, optamos entonces por el desapego ante el descubrimiento de la falta de respuesta de los demás para con nuestra exigencia de admisión, aceptación y cariño. Cuando en verdad, los otros, los ajenos, no conocen de nuestros reclamos, o no están capacitados para llevarlos a cabo, bien por inaptitud, o bien por inactitud, que todo es legítimo...
Estamos, por tanto, una vez más, delante de la condición humana y su debilidad frente el mundo, y delante, también, de la falta de comunicación para con los otros en la hora de los auxilios...