lunes, 19 de junio de 2017

REFLEXIONES MIENTRAS MI QUERIDO PORTUGAL ARDE...

Un principio constatado a lo largo de la historia contemporánea de los países democráticos es que para gobernar y aplicar las políticas que se consideren oportunas, para ganar elecciones en suma, hay que ganarse el apoyo de las clases medias -aquellas que articulan mayoritariamente las sociedades occidentales de hoy-, no de las marginales, pues suelen ser, además, las más reaccionarias y las que suelen apoyar a los populismos, bien de derechas o bien de los mal llamados de izquierdas, siendo tan sólo estos populismos de izquierdas meros impostores y falsarios; sí, sólo son totalitarios 'déjà vu'.


Y, claro, si además se juega a ser la copia de aquel populismo porque en tiempos de crisis te ha quitado votos en una coyuntura difícil (le llaman mirar a la izquierda), pues mejor seguir con el original, se dirán aquellos electores, y así se cae en el error del cambio de personalidad, de objetivos y de razón de ser.


Si algo hemos aprendido con la actual crisis es que no hay soluciones nacionales para ella; y ésta es una de las razones del fracaso del Estado-Nación del pasado ante los problemas graves de la globalización, como el gran poder de los mercados financieros frente al poder democrático de los Estados, y la gestión de los flujos demográficos mundiales que las crisis y sus conflictos generan.


No es, por tanto, este fracaso de la socialdemocracia en tiempos de crisis un problema de la falta de una izquierda con convicción; el problema es que aquella socialdemocracia no ha tenido ni tiene los instrumentos necesarios para combatir los efectos de una desregulación global del comercio y las finanzas.

Y así, en nuestro caso, sólo más Europa Política es la única salida, y nuevas alianzas intercontinentales que regulen aquel comercio y aquellas finanzas mundiales.


Pero en vez de optar por esta única solución, pues eso, aquí estamos, y no sólo España, con los populismos jugando a nacionalismos y a regresos fascistoides del pasado.


Y claro, en vez de apostar por traspasar soberanías a instituciones supranacionales nos dedicamos a adjetivar el concepto de Nación y caemos en la absurda definición de Nación de Naciones… Es decir, el camino al revés; y ya se sabe, caminar hacia atrás sólo lo hacen los cangrejos (y/o los populistas…)


P.S. Ojalá unos ojos de un Dios compasivo que apague aquel infierno...




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