viernes, 5 de enero de 2007

NOCHE DE REYES

Lo mejor de vivir en una urbanización relativamente despoblada en invierno es que al llegar fiestas tan odiosas como estas, si quieres, ni te enteras de que existen: tienes que coger el coche -o la moto- para enterarte -por fuerza, y sin solucion- o para participar -y sufrir- en ellas. En cambio, si vives en una ciudad, por muy apartado del centro urbano que lo hagas, todos los días participas -y sufres- de las fiestas populares, quieras o no participar: toda la ciudad te lo recuerda; desde el comercio a la ornamentación, pasando por un pasacalles, una caravana ruidosa o, en este caso, la dichosa cabalgata....
Y si la Navidad es una fiesta que sólo me agradó en la infancia por la ausencia de colegio, la noche de reyes, aún en esa etapa de la infancia fue de lo peor. Y lo fue, aún en esa etapa de ausencia de colegio, porque precisamente su llegada nos anunciaba el inminente retorno al horror, al colegio... Y siempre tuve la desgracia de comenzar el sufrimiento de algo que sabía iba a suceder fatalmente, horas y días antes de que dicho acontecimiento tuviese lugar. Incluso, aún hoy, si, por ejemplo tengo que acudir a algún evento social, laboral, cultural o familiar que no es de mi agrado, sufro el malestar días antes de dicho acontecimiento; claro, cuando llega el acontecimiento ya no sufro: estoy agotado de tanto sufrir...
Reitero, lo mejor de vivir en una urbanización relativamente despoblada es que ya no sufro, por ejemplo, la noche de reyes.

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