domingo, 21 de enero de 2007

ENVEJECER, MORIR...

Herido
de transparencia, mi
corazón se oculta en la belleza.
GAMONEDA

Escribía Pedro Aparicio (ex Alcalde de Málaga) el pasado sábado en el SUR que "ser un niño feliz tiene el mismo inconveniente que vivir en París de joven: a partir de entonces, sólo puedes ir a peor". No sé cuánto de feliz lo fue Pedro en su infancia, pero os puedo decir que yo lo fui con intermitencias: cuando estaba lejos de los curas y cerca de mis hermanos, de mi madre, de mis abuelos, de mis primas, de mis tíos, y de Fuensanta y Carmen La Bota. Y en aquella casa con jardín, donde Fuensanta nos preparaba aquellas rebanadas de pan con nata y sal (o azúcar) o bien, con aquella mantequilla que hacía batiendo la nata de la leche que traía Lorenzo...
Hoy hemos enterrado a Fuensanta y todos hemos comentado lo mismo: al fin ha descansado. Sí, vino con nosotros con 13 años para cuidarnos y atendernos; a los abuelos, a madre, y a los niños; sus niños, nosotros. Y fue crecernos y dispersarnos lo que la llevó a dedicarse a madre. Pero murió madre y ella ya quiso descansar...
Hoy la hemos enterrado. En Tolox, donde también fui feliz. Descanse en paz quien nos dedicó su vida...
También viví, como Pedro Aparicio, en París de joven. Y ciertamente, como dice Pedro, desde entonces todo ha ido a peor... Ya lo decía Gil de Biedma:
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde...
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios