Ayer, tras desayunar en la calle (una forma coloquial de llamar a mis oficinas externas), y tras varias gestiones necesarias en el tiempo, bajé al mar de enfrente, donde siempre una luz y unos azules que me conmueven y obligan...
El otoño es quizás la estación donde mejor me encuentro: nacer en esta estación no es gratuito e imprime carácter... Entonces no me gustó el mundo cercano que vi; tampoco hoy me gusta el mundo más lejano y cercano... Pero es llegar al mar donde habito y que permanece en mi memoria intacto en su muchedumbre y en su soledad, y superar todos mis fantasmas y concluir que, a pesar de todo y de todos, nunca antes estuvo el mundo mejor.
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