viernes, 23 de noviembre de 2018

LA NITIDEZ DE LA DESIGUALDAD

Como quiera que la primera tarde brillaba en blanca luz y con nitidez suficiente, subí al club social del campo de golf de Cabopino, encima de casa, y desde donde divisé con absoluta claridad al moro enfrente de Gibraltar, aquel espacio que ojalá sea el elemento que acabe con el inesperado por frívolo brexit... Aquel moro que huye de la miseria; o los que atraviesan su país, desde la subsahariana África, para llegar a la Europa que creen será el Dorado; una Europa que se rompe a diario y que se recrea en sus propios errores ya cometidos en el pasado; como si hubiese olvidado su propia historia, abanderando este declive y este olvido amorales líderes que se aprovechan de los más débiles y desprotegidos para conseguir sus votos y llevarnos a todos a los abismos del pasado...
Y aquí, en España, la de los camareros y el asilo de los viejos de la vieja Europa, y donde se sigue con el modelo fracasado de la construcción de viviendas como motor de su escaso tejido productivo y un sistema financiero que sustenta todo el desastroso pasado, cuando ya se habla de una nueva burbuja inmobiliaria que se nos avecina y de otra gran crisis financiera...
Una decadencia, la de Europa, que está provocada, sobre todo, por una enfermedad que la va matando, cual el Alzheimer: sólo el olvido nos repite los errores...
Mientras tanto, cuando los días me lo permiten, disfruto del tiempo que me queda, aquel incierto que los dioses me están dando y que les agradezco con vocación y devoción...


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