martes, 15 de noviembre de 2016

RATAS DE DOS PATAS

Yo he tenido, a lo largo de mi vida profesional, muchos jefes; buenos, más buenos, y malos y muy malos... Y no sólo en el plano profesional sino también en el personal: mi experiencia me dice que somos seres unidireccionales en el sentido de que no podemos distinguir lo personal de lo profesional: cuando se es bueno en lo profesional se lo es también en lo personal; y viceversa...
Se me dirá, por muchos, que hay grandes profesionales en lo suyo y que, en lo personal, no sólo no son grandes sino ridículos y pequeños. Pero yo niego la mayor, porque, para mí, una parte fundamental de la profesionalidad de todo ser humano, en el campo que sea, es ser antes de nada y de todo buena persona; y como condición sine qua non...
En cualquier caso, nunca hablaré mal en público (y ni casi en privado) de todo aquel que haya sido mi jefe o de todo compañero con el que haya tenido el honor de trabajar en mi vida...
Sostengo que la lealtad es la forma más noble de todo humanismo, así como la traición es la más corrosiva forma de la peor condición humana...
Una traición, una deslealtad, que a diario vemos por boca de quienes pretenden dar lecciones de moral, cuando ellos mismos se retratan con sus actos inhumanos y torpes...
Son como ratas de dos patas que abandonan los barcos donde navegaban cuando se hunden...


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