lunes, 7 de noviembre de 2016

4 DE NOVIEMBRE 2016

Viernes primero de noviembre. Todos los viernes de mi vida fueron importantes: significaban el comienzo del fin de semana y volvíamos al pueblo, cuando los años de aprendizajes; más tarde, eran el inicio del descanso del laboro...
Pero también significaban aquellos viernes el inicio de un terrible sentimiento: el de la cercanía del domingo y el inicio de un nuevo calvario...
No, nunca he soportado los domingos. Para colmo, desde muy pequeño tengo la fatal costumbre de adelantarme en el tiempo a su futuro, a preverlo, a sentarme en él, en su espera; y así, ya antes de que llegue la hora, el día, pienso en sus consecuencias; una maldita manía que tengo, repito, desde muy pequeño: la pereza ante una incierta certidumbre en la desdicha futura y que me ha hecho ser muy infeliz a lo largo de mi vida...
Quizás como terapia para que nunca me deje huella cualquier sentimiento de felicidad y, de esta manera, poder seguir sobreviviéndome con su anhelo...


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