domingo, 10 de julio de 2016

LOS DOMINGOS SON TRISTES; Y EN VERANO, VULGARES...

No salir; no pensarlo...
Si acaso, sonidos inagotables...
Y sigo con Ford ya en su final:
"...Su mal se la llevó. 'Mi cuerpo me ha traicionado' es algo que la recuerdo decir. También decía: 'Ahora tengo pocas oportunidades o ninguna'. Y era verdad. No la vi muerta, ni quería hacerlo...
...Todo el resto es privado: momentos y mensajes cuyo conocimiento no mejoraría el mundo. Ella sabía que yo la quería porque se lo dije bastantes veces. Yo sabía que ella me quería. Esto es lo único que ahora me importa, lo único que debe importar...
...Mi madre y yo nos parecíamos... En mí la veía a ella, incluso la oía reír. No hubo en su vida nada particularmente brillante, nada notable. Nada heroico. Ningún logro honorífico que ensanchara el corazón. Se daban bastantes factores negativos: una niñez que no merecía ser recordada; un marido al que amó para siempre y al que perdió; a continuación, una vida que no requiere ningún comentario. Pero, de alguna manera, hizo para mí posibles mis afectos más verdaderos, como los que una gran obra literaria conferiría a su lector devoto. Y conocí con ella ese momento que todos querríamos conocer, el momento de decir; 'Sí, las cosas son así'. Un acto de conocimiento que confirma el amor. Conocí eso. Conocí muchísimos momentos como ése con ella, los conocí incluso en el instante en que ocurrieron. Y ahora. Y, supongo los conoceré siempre".
Richard FORD (Mi madre. Anagrama. Barna 2010)


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