Siempre es la hora de la política; pero cuando el terror sigue erre que erre en su ceguera es cuando la política tiene que ser más fría y calculadora...
La historia nos demuestra que las guerras ilegales, como la de Irak, no sólo no han servido para nada sino que han agudizado el problema y hemos sufrido todos sus consecuencias.
También nos dice la historia que el germen de odio Palestino-Israelí dura ya demasiado y que sigue siendo uno de los focos principales de los conflictos del mundo, cuando estamos hablando de apenas 12-13 millones de personas entre unos y otros (judíos y palestinos) sobre un total de 7.000 millones de seres humanos sobre la tierra ...
Es la hora, pues, de la política de verdad; la de buscar recetas nuevas que amortigüen el odio del mundo. Lo repito una vez más, el mundo se ha complicado y no se han dado las respuestas políticas oportunas. Busquemos aquellas respuestas más allá de las conocidas de seguir bombardeando y haciendo inviable el diálogo y la salida de este loco túnel del terror...
Y no es una guerra del Islam contra Occidente: la religión es el instrumento, no la causa, lo digo una vez más... Los locos yihadistas hacen con su gente cosas peores de las que les hemos visto hacer en Occidente. Pero no las vemos -o no las queremos ver- porque sólo las reconocemos cuando nos tocan de cerca: siempre hemos mirado para otro lado ante aquellos conflictos; hasta que está aquí, al lado, cerca y encima de nosotros.
Esperemos que no sea tarde y que sea una nueva ONU, una regenerada ONU, sin vetos de Consejos de Seguridad de otros tiempos y otras realidades, la abanderada de un nuevo tiempo donde LA POLÍTICA sea la esperanza de un mundo que no camine hacia el espanto como hace nuestro mundo de hoy sin solución de continuidad a la vista...
¡Ojalá!
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