domingo, 17 de julio de 2016

A TI, QUE TAMPOCO TE NOMBRO...

Muchas mañanas quise decirte de mí y de mis cosas… Pero era ponerme delante del papel y no saber por dónde empezar; sí recuerdo que de lo primero que siempre quise hablarte es de que no me acostumbraba a la distancia; como tampoco al silencio, un silencio que me sobrecogía y del que nunca esperé que hablara tan amargamente como lo hizo siempre.
Tampoco imaginé nunca que la crueldad tuviese tantas formas… Pero hubo que madurar en serio para quedarse hasta el final con la vida; supe, entonces, que no tendría ya remedio alguno…
Quizás lo que más dolía de todo es que nunca hubo una verdadera segunda oportunidad. Dicen que los trenes, y es verdad, pasan sólo una vez; pero al menos algunos debieron parar en estaciones intermedias...
Donde bajarme, y, si acaso, regresar…
¡Ay!, ¡haber regresado allí!…


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