domingo, 6 de diciembre de 2015

BOTAR AL PP DE RAJOY

Yo vine al mundo en otoño y desde entonces para mí la vida empieza siempre en otoño. Ya desde los primeros años de colegio, primero con unas monjitas en Coín, y, al cabo, en Málaga en el Colegio de San Agustín, donde los curas y su oscuro mundo tenebroso y gris de aquella España de entonces, la vida comenzaba en otoño, cuando en octubre empezaba un nuevo curso.
Luego llegó la Universidad y también la vida empezaba en otoño: en octubre, de nuevo, había que regresar a la disciplina y los horarios. Y al fin llegó la libertad a España; una libertad que se empieza a fraguar con la muerte del dictador y con el referéndum de nuestra actual Constitución, ambos sucesos también en otoño. Pero no fue hasta aquel 28 de octubre de 1982, también en otoño, cuando se cerró por fin el pasado: sostengo que el triunfo del PSOE fue el final de la dictadura y el inicio del camino hacia la democracia; un camino que levantó todo el estado del bienestar que tenemos en la actualidad y que unos desalmados, aprovechando una crisis mundial han decidido recortar y que está en peligro por mor de la perezosa memoria colectiva de los españoles.
Hoy, tras unos amargos años de un gobierno cruel para con lo más noble de las España, sus gentes más sencillas, y también en otoño (el invierno no llegará hasta el 22-23 de diciembre), volvemos a tener la posibilidad de entre todos, como en aquellos años difíciles, rehacer un nuevo proceso de regeneración democrática que entierre estos pasados años de tenebrosas maneras de gobernarnos, con insultos a la inteligencia y la decencia de todos, y con un gobierno sobre el que, desde el primer día, recae una nube de sombras y sospechas muy documentadas de corruptelas muy primarias (‘ensobrecidas’, cual correo) y de antiguas maneras de entender los asuntos públicos; unas maneras, unas formas, que tan fundamentales son en una democracia mal llamada formal, pues se empieza por las formas y se acaba como están acabando esta gente que nos lleva: en el silencio, en la ausencia, en el declive, en el espanto y en lo otro que ya creímos enterrado…
Para ello han contado con la complicidad de todo el entramado civil de una sociedad con poca tradición democrática y empobrecida moralmente: una prensa arruinada y acomodadamente entregada al poder salvador del Estado, un sistema financiero rescatado, que por el volumen y al ser canalizado vía instituciones públicas (FROB), ha sido, es, un rescate país, y unas instituciones favorecidas por el poder público a la que deben pleitesía: Iglesia y todos los servicios básicos para los ciudadanos (compañías eléctricas, telecomunicaciones, grandes constructoras, etc). Unos ciudadanos que, tras la fallida e ineficaz reforma laboral de este desgobierno del PP, han empezado a perder derechos de ciudadanía para volver a tener la sensación del desamparo y una cierta desnudez ante la esclavitud de sus condiciones laborales, cuando no la única salida de la emigración…
Como concluyen muchos economistas -y de todo tipo de ideología-, la reforma laboral y el abaratamiento del despido sólo han servido para crear más quebranto social (más paro y de peor calidad) sin ningún efecto positivo para nadie, reforma laboral sobre la que han intentado hacernos creer que hemos empezado la recuperación de nuestra economía, siendo un ejemplo más del desdén y el desprecio con el que nos han llevado estos cuatro últimos años estos desalmados que ocupan el Gobierno de España.
Por tanto, el próximo 20 D tenemos los españoles la posibilidad de acabar con el lastre de esta pasada legislatura y comenzar de nuevo una ilusionante tarea, cual reconstruir y regenerar todo el entramado político e institucional de este país nuestro.
Para ello tenemos que botar a este desgobierno del PP entre todos; sólo así se regenerarán también ellos, condición sine qua non para empezar un nuevo proceso de diálogo y grandes consensos entre todos que nos lleve a una nueva etapa de convivencia en paz y en libertad.
Será, también, en otoño...

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