miércoles, 8 de enero de 2014

HAY QUE CONVENCER, NO VENCER

Durante la clandestinidad (cuando la dictadura de Franco) y en algunas fases de la transición, entendí y defendí la disciplina de partido: había que consolidar un régimen democrático con partidos sólidos.. Pero hoy, cuando ya debemos ser ciudadanos maduros y responsables, lo de la disciplina de partido en asuntos de conciencia, como el aborto y tantas cosas del mundo de la moral individual y de cada conciencia, me parece una aberración democrática y un atentado a la libertad de conciencia y opinión...
Es el miedo a la libertad de todo poder; y es el temor de los mediocres a ser descubiertos en su mediocridad e insolvencia.

Hay que convencer, no vencer...

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