Inspectores de Hacienda justificando lo imposible para salvar lo insalvable; fiscales amorales soliviantando a jueces decentes; delincuentes de guante y cuello blanco en libertad abusando con chulería de su obscena forma de vida y de contarla (hay e-mails que pasarán a la historia de la "delincuenciaordinariaynuevarica"); o pidiendo el indulto al gobierno tras saberse perdidos y derrotados: saben que los salvarán siempre los suyos...
Y mediocres amorales que jugando con eso del poder del BOE para contener y contentar las alas más radicales de sus apoyos presentan proyectos infumables con tal de quedar bien con ellos; al cabo, sólo consiguen soliviantar a la mayoría con cortinas de humo que se convierten en muros de separación y lamentaciones, cuando al final ni siquiera consiguen retener a sus díscolos ultras, que abandonan el barco cual ratas o salvapatrias...
Al menos una alegría y una constatación: se les empieza a acabar el "mangonear" con las cosas elementales; cuando hasta la injusta Justicia que padecemos no sabe ya cómo defender lo indefendible de privatizar servicios como el de la salud, y la forma empleada para llevarla a cabo.
Pero cuidado: sólo se ha ganado una batalla, no la guerra.
Volverán, en cuanto nos descuidemos, a intentarlo.
Son los mismos; son ellos; son los de siempre...
Los que son capaces de comprar fiscales, inspectores de Hacienda, curas y monjas... Y sí, saben que lo sabemos; pero saben también de nuestra complacencia para con la delincuencia, de nuestra fullería, de nuestra devoción por la trampa y por todo aquello de "ande yo caliente........"
Y mediocres amorales que jugando con eso del poder del BOE para contener y contentar las alas más radicales de sus apoyos presentan proyectos infumables con tal de quedar bien con ellos; al cabo, sólo consiguen soliviantar a la mayoría con cortinas de humo que se convierten en muros de separación y lamentaciones, cuando al final ni siquiera consiguen retener a sus díscolos ultras, que abandonan el barco cual ratas o salvapatrias...
Al menos una alegría y una constatación: se les empieza a acabar el "mangonear" con las cosas elementales; cuando hasta la injusta Justicia que padecemos no sabe ya cómo defender lo indefendible de privatizar servicios como el de la salud, y la forma empleada para llevarla a cabo.
Pero cuidado: sólo se ha ganado una batalla, no la guerra.
Volverán, en cuanto nos descuidemos, a intentarlo.
Son los mismos; son ellos; son los de siempre...
Los que son capaces de comprar fiscales, inspectores de Hacienda, curas y monjas... Y sí, saben que lo sabemos; pero saben también de nuestra complacencia para con la delincuencia, de nuestra fullería, de nuestra devoción por la trampa y por todo aquello de "ande yo caliente........"
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