martes, 7 de agosto de 2012

LA CORRUPCIÓN INSTITUCIONAL DE EUROPA


Ha tenido que llegar la crisis económica, como consecuencia de un exceso de liberalismo sin controles gubernamentales eficientes, para no sólo haber llevado al mundo a una peligrosa situación para la que no estaba preparado, sino que además, ha puesto en evidencia la corrupción institucional de la que adolece la otrora Europa de la solidaridad y la libertad basada en principios de igualdad de oportunidades y defensa de los derechos humanos elementales.
En su día, muchos denunciaron los enormes déficit democráticos con los que se iba construyendo la Unión Europea; pero nunca llegaron a pensar que además de aquellos déficit llegaran a ser tan incompetentes las instituciones de las se dotó a aquella Unión Europea.
El que el Parlamento Europeo sea una institución sin apenas poder; el que haya una unión monetaria en determinados países conviviendo con otras monedas nacionales en el mismo territorio de aquella Unión; el que las instituciones judiciales sean más decorativas que eficaces; el que el gobierno de aquella Unión sea un entramado de comisiones de burócratas correveidile y otros ámbitos de poder liderados por las ineficaces cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno, más allá de una Comisión poco Ejecutiva... Y todo este entramado de intereses nacionales ocultos en una mera unión comercial y financiera, que no de ciudadanos, han hecho estallar la eficacia de estas instituciones para dar respuesta en esta delicada coyuntura de crisis financiera y de deuda soberana en determinados territorios de aquella inefable Unión.
Pero lo que ya clama al cielo -y es tan indecente como inaudito- es que el Banco Central de aquella Unión Europea esté de vacaciones y/o al servicio de los intereses de unos pocos países, frente a su insustituible función que no es sino la de acudir en ayuda de aquellas economías a las que se debe para inyectarles liquidez en momentos tan difíciles como los actuales para el sur de Europa.
No sólo es una dejación de sus funciones; es un delito institucional que pone de manifiesto la enorme corrupción política, funcional e institucional de la actual Unión Europea.

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