F.G.L.

Amanezco un día más tardío y descansado. Y conozco de un texto político de Federico, aquel que mataron vilmente unos asesinos desalmados en nombre de lo que ni ellos mismos creían y que sólo fueron asesinos a sueldo de un proyecto fascista donde todo es posible menos el hombre libre y decente, como era Federico, todo vida, todo libertad...
Lo comentaba hace horas: no me gustó nunca su obra (salvo elevadísimas excepciones); pero si todo asesinato es condenable, rechazable por su vileza, en el caso de Federico se trataba de el mejor hombre que por aquella España paseaba su dignidad y su entereza, con una enorme moral humana y una infinita delicadeza y cultura. Y con la bandera, la única en la que creía, de la libertad siempre en sus manos, siempre en sus ojos y siempre en su corazón...
Hoy se cumplen ya 76 años de aquel insoportable y cruel episodio. Ayer, en tiempo histórico. Y cuando la España aquella se envalentona por momentos, cuando algunos, los más poderosos, nos queiren regresar al odio, a las dos Españas, a la sempiterna disputa, hoy, más que nunca, recordamos aquel cruel asesinato con el sólo propósito de no olvidar nunca el pasado para no repetirlo y como homenaje de todos a aquel hombre honesto que sólo quiso crear arte para compartirlo con los demás... Y qué mejor homenaje que recordar este texto de Federico, tan vigente para los tiempos actuales de España, con el deseo de que nunca más se sucedan estos crímenes en el mundo:

"Yo soy español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el sólo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política"