Ver amanecer cada día es un prodigio de la naturaleza, sólo reservado a los que madrugamos...
Y si ver el crepúsculo -ya sabéis, esa sutileza que tiene el día para recibir a la noche-
es un espectáculo sobrecogedor, ver amanecer, en el mar, desde el mar, por encima del mar, sobre ese mar azul, ese mar nuestro, el más antiguo, el más cantado, el más eterno...,
para entonces nuestros ojos se engrandecen: son los asombros; y son los sobrecogimientos...
Y son los espasmos; y son las turbaciones...
¡Ay, qué hermosos son los amaneceres sobre el mar...!
Es la fascinación de ese prodigio llamado amanecer que sólo la naturaleza tiene reservado para los que cada día madrugamos y nos asomamos al mar; el mar más nuestro; el mar más antiguo; el mar más eterno y al que llevamos ya para siempre en nuestras entrañas...
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