martes, 27 de abril de 2010

LA PRIMAVERA: TOCADO

Al fin llegó la primavera. Lo hizo con tanto ahínco que más que primavera pareciera verano. Sí, ¡ojalá verano!... ¡Ojalá el norte!...

Y por aquí, por las Españas más mediáticas que reales, seguimos a la greña... Con Garzón, el antes estrella y hoy estrellado; y con el Estatut; y con un poder judicial sin regenerar por mor de los de siempre; y con una sociedad anclada en el pasado, desarticulada social y democráticamente (para esto no hicimos la transición, sino para lo contrario); reclamando, cada bando, a sus muertos: los de aquella guerra incivil; y también dividida para con la diversidad, para con el velo islámico de las musulmanas que nos habitan; y con 4,6 millones de parados, de los que los de siempre culpan a los otros, sus enemigos que no adversarios... Y siguen los alcaldes socialistas presidiendo procesiones; y los curas pedófilos saliendo del armario de la delincuencia moral: la España que quemaba iglesias preside sus procesiones, y la curia arremete contra la homosexualidad como culpable de la pedofilia entre sus gentes...

Y sigue habiendo muchos que quieren que sigamos sin caber todos...

Sí, al fin llegó la primavera, dicen, como otras de ya antes, de otros tiempos, y que también fueron tristes como un adiós... Sí, al fin llegó la primavera; para quedarse, ¡ay!... Y a mi se me está rompiendo el cuerpo... Son las recaídas; y son los síntomas...
Ya regresan... Sí, los síntomas...
Es la decadencia de un cuerpo agotado; ido; roto...
Y es la impotencia; y es el no poder más...
Y es la espera; y es la nada...
¡Ay!, maldita la primavera que me toca y toca en lo más débil de mi ser...

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