Ayer, mi asesor sanitario -y siempre atento- sobrino Rafael, se pasó por casa (tengo la suerte de tenerlo de vecino) y me puso la vacuna para prevenir la gripe común. Gracias de nuevo, sobrino.
No he tenido reacción alguna (otros años se amorata el brazo, o se hincha), excepto que no he pegado ojo, cosa poco novedosa pero que se ha agudizado esta noche. Claro que de ser así, el año que viene me la pongo por la mañana.
Y hablando de mañana, mañana jueves partiré -por la tarde- para Sevilla: el viernes, a las 10,00 horas, tengo una reunión en aquella ciudad, ciudad que ya para siempre forma parte de mi vida y de mi ser...
Al parecer, las temperaturas por allí son ya más agradables. Eso espero. Porque uno ha llegado ya a ese estado vital en el que todo lo excesivo molesta, como "la caló" de Sevilla.
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