martes, 29 de septiembre de 2009

EL ESCEPTICISMO

Dice Rafael Argullol, en su delicioso libro "EL CAZADOR DE INSTANTES" (hermoso título):

"La máxima fantasía de nuestra civilización es la confianza en el devenir. Y su máximo temor, la sospecha de que, en efecto, se trata sólo de una fantasía".

También dice:

"Uno puede abjurar fácilmente de todas las verdades recibidas ante la presencia de una mentira llena de amor".

Desde nuestra más pequeña edad nos dibujaron un mundo lleno de mentiras, de falsedades, de esperanzas; pero fueron mentiras llenas de amor, piadosas, para que no sufriésemos en demasía, y para protegernos de los males del mundo...
Poco a poco fuimos creciendo y nos fuimos limando: la vida iba en serio y nos iban puliendo las maldades humanas... Pero nunca llegamos a dejar la fantasía, o la utopía, de la confianza en el futuro: las cosas tenían que ir a mejor, pues a peor eran imposibles...
Con los años, la sospecha de que todo es una fantasía se convierte en escepticismo; ese estado sereno del alma donde no existen verdades absolutas, donde todo ya es muy relativo y donde de nuevo nos invaden las incertidumbres y el malestar ante el mundo...
El método sigue siendo válido: la fantasía de la esperanza con la crítica profunda de la realidad y el presente tan cruel en el que vive la humanidad intransigente e intelectualmente tan marcada por tópicos y verdades absolutas abanderadas por mediocres y patéticos seres humanos ...
Pero la fantasía, la utopía, se resienten...

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