martes, 8 de septiembre de 2009

EN DEFENSA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN PÚBLICOS


Mucho se ha escrito sobre el asunto de los medios de comunicación en la sociedad actual; mucho, y las más de las veces sesgado por intereses oscuros, tanto económicos, como sociales y/o políticos.
Y así, es un tópico opinar que los medios de comunicación públicos son medios de comunicación manipulados por los políticos que detentan el poder (hablamos siempre de los países democráticos; de los otros países con dictaduras de todo tipo, ni hablamos). Y aquí es donde quiero iniciar un tema de debate para mantener lo contrario...
Partiré de una constatación: la objetividad no existe. Es decir, todos los medios manipulan, porque la verdad es difícil de contarla, dadas sus distintas percepciones. Se intenta distinguir entre información y opinión para disimular y justificar lo imposible: ¡hasta en elegir de lo que informar hay subjetividad!...
En segundo lugar, dado que no hay objetividad se intenta buscarla con la menor subjetividad posible; en este grupo estarían los medios más honestos, desde un punto de vista moral. A partir de aquí, y en función de una menor querencia por luchar contra la subjetividad estaría todo el espectro de medios hasta llegar al amarillismo y la manipulación totales.
Curiosamente, y es un logro una vez más de los intereses privados en su afán inagotable por engullirlo todo, se suele tachar a los medios públicos (sobre todo, radio y televisión) de los auténticos manipuladores de la información. Y nadie reflexiona; todos asentimos. Y opino que no es cierta esta constante aseveración. Y lo argumentaré:
Como he señalado, no existe la objetividad informativa; ni desde el qué, ni el cómo, ni cuando, ni para qué ni para quién informar u opinar. Es decir, todos manipulan en alguna medida: el espectro va desde los que intentan ser más objetivos hasta los que son descaradamente subjetivos. Y aquí aparece la legitimación: al menos los medios públicos que "manipulan" lo hacen a través de los representantes políticos de la mayoría de los ciudadanos; es decir, si manipulan, al menos tienen detrás a un cuerpo electoral mayoritario que ha dado el poder a aquellos "manipuladores de la información". En cambio, nadie cuestiona la manipulación de la SER, por ejemplo, o de EL MUNDO. Ni los propietarios de la SER ni los de EL MUNDO han pasado por las urnas; y manipulan más que los medios públicos; al menos los públicos tienen controles (Comisión de Control Parlamentaria), controles que sólo sus dueños tienen sobre los medios privados. Se dice: las elecciones son diarias en los kioskos en el mando a distancia o en la elección de sintonías de radio, y la independencia sólo está garantizada con los privados.
No es cierto, porque sólo leemos, oímos o vemos lo que nos conforta leer, oír o ver; es decir, sólo consumimos aquellos medios privados que nos ofrecen nuestra visión sesgada del mundo. Es un elección, si; pero sesgada por nuestra ideología; por tanto manipula también (sólo que nos agrada esta manipulación por cercana) y encima no tiene el consenso ni la garantía de la mayoría social a través de las urnas como sí tienen los medios de comunicación públicos.
En conclusión: sólo los medios públicos de países democráticos garantizan una menor manipulación de la realidad a la hora de contarla y/o analizarla; y en cualquier caso, disponen de una mayor legimitidad social en el análisis y/o información de aquella realidad; una realidad, por tanto, mayoritariamente más cercana a la utópica verdad.
De ahí la necesidad de su constante presencia y competitividad.

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