martes, 12 de junio de 2007

13 DE MAYO DE 2007

1,30 horas...

Hartazgo, hastío, repugnancia, rechazo, lejanía, desprecio, aburrimiento... No lo puedo soportar más. Ver a Zaplana, con ese discurso prepotente que ni él mismo se lo cree; con ese desahogo despreciativo hacia la inteligencia, hacia el sentido común; con esa displicencia, esa chulería y esa falta de respeto, reconozco que no lo puedo soportar. Ver a Rajoy, ver a Acebes... ¡Qué antiguos son todos! ¡Qué asco de profesionales del poder! ¡Como si de verdad lo tuviesen! ... ¿O quizá es que saben que el verdadero poder es otro y están ahí para salvaguardar aquel verdadero poder y sus intereses?
Claro que, la alternativa en el poder sólo nos produce decepción, desesperanza y melancolía: ¡todo se desmorona!
Propongo acabar con ellos y donde más les duele: ¡abstengámonos para siempre de votarles!
¡Viva la abstención! ¡Viva la desobediencia democrática de no votar hasta que los echemos; hasta que se regenere la vida política; hasta que haya primarias; hasta que haya listas abiertas; hasta que se cansen de hacerle el juego a los de siempre (les dicen que la economía va bien...) y hagan de una vez por todas políticas progresistas de reparto de la riqueza, transformadoras e ilusionantes, y políticas que construyan un verdadero y consolidado estado del bienestar!
¡Echémosles con la abstención! ¡Por falsos! ¡Por antiguos! ¡Por egoístas y manipuladores! ¡Fuera!!!!
¡Y no compremos periódicos, esos voceros de aquellas mentiras de los políticos: en la red la información es más libre!
¡Que se vayan de una vez por todas!

11,10 horas...

Bajar el impuesto de sociedades del 35 al 30%, y subir los tipos a las rentas medias del trabajo para compensar aquella pérdida de ingresos que supone bajar el impuesto de sociedades. Consentir subidas escalofriantes de sus tarifas-tras subvenciones de juzgado de guardia- a las compañias eléctricas para dar el espectáculo que ha dado ENDESA (los fondos de inversiones, desde paraísos fiscales, están siempre detrás de estas empresas que fueron públicas y se han quedado los amigos de los políticos de turno para reparitrselas, descapitalizarlas, y tras recibir subvenciones, y tras también conseguir del gobierno subidas de tarifas -ahora viene otra, del 2,5%-, una vez descapitalizadas vienen los nuevos socios, clientes de aquellos fondos, compran los desechos a precio de oro; y vuelta a empezar).
Y de los gasóleos y gasolinas, ni hablamos: la mayoría son impuestos, por supuesto indirectos, es decir, regresivos. Y repercuten, en el precio, inmediatamente las subidas del crudo; no así cuando cae.
Pero lo peor de todo es que encima se van a la Bolsa a vanagloriarse de esta situación: de juzgado de guardia.
Esta ha sido y es la política económica de ZP. Y como decía Subirats en EL PAIS el pasado mes de febrero, "el salario mínimo, como su nombre indica, fija el techo de lo considerado razonable para vivir a cuenta de un trabajo. El PSOE prometió al acceder al gobierno en 2004, que la cuantía de ese salario debería ser de 600 euros a final de legislatura. Esa cuantía se fija a partir del incremento de los precios (IPC), la productividad media nacional, el incremento de la participación del trabajo en la renta nacional y la coyuntura económica general. Si presumimos de octava potencia mundial, no se entiende que mantengamos uno de los salarios mínimos más bajos de la UE, a no ser que entendamos que es esa precisamente la base esencial de nuestro crecimiento: sol, ladrillo y sueldos de supervivencia. Lo cierto es que las cosas no han ido bien en los últimos años. Si en 1981 el salario mínimo representaba el 45,6% del salario medio, en los momentos actuales apenas alcanza el 35%. Y seguimos estando muy lejos de lo que fija la Carta Social de Derechos de la Unión Europea, que establece que el SMI deberá equivaler al 60% del salario medio neto de cada Estado europeo. En estos momentos España tiene su SMI en el 47% de ese promedio europeo."
Supongo que se sabrá que el salario mínimo sirve para algo más que salario. Es un índice sobre el que pilotan políticas varias: pensiones, salarios base, convenios colectivos, etc.
No hay que repartir miseria; hay que crear un sistema fiscal progresivo en los ingresos (que pague más proporcionalmente el que más gana) y progresivo en el gasto (educación gratuita, sistema sanitario universal, pensiones dignas y suficientes, servicios sociales a la altura de las necesidades, etc.) Mi generación luchó por una sociedad no igualitaria (era una utopía maravillosa) pero sí solidaria, que repartiera la riqueza con criterios de solidaridad, no con criterios liberales. Y mi generación quiso un estado protector de los más débiles, sí, protector. Y mi generación pronto vió cómo se desmoronaban estas conquistas. Pero lo lamentable, lo verdaderamente preocupante, es que hoy, los más jóvenes, están defendiendo esta realidad que poco a poco desmorona todos las conquistas que obtuvimos. Y encima, aplauden estas acciones.
Pero la vida no perdona los errores: mi generación está quemada, pero la de los jóvenes de hoy está siendo cómplice de estas atrocidades. Y si no se ponen pronto remedio con acciones de repulsa, poco a poco se irán perdiendo todas las batallas hasta la definitiva pérdida de la guerra.
El mundo se ha derechizado. Pero lo peor de todo es que ha sido con el consentimiento de las nuevas generaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios