domingo, 28 de enero de 2018

EL MUNDO DE HOY

Desde que cayó el muro de Berlín el mundo se ha globalizado en lo que atañe a movimientos de capital, pasando a ser el mundo de las finanzas el protagonista de toda actividad económica, ya sea industrial, comercial o de servicios.

En esa globalización, las sociedades de intermediación del ahorro y de la inversión (las entidades financieras) han dispuesto del ahorro mundial sin transparencia ni control alguno: nuestros depósitos en entidades financieras que preside un señor que apenas tiene el 2% de las acciones de la sociedad, son manejados por fondos de inversión multinacionales sin control ni capacidad de gestión alguna por nuestra parte… En la pirámide de ese poder no hay nombres ni apellidos: sólo tantos por cientos de accionistas sin cara ni espalda…

Y así, en nuestra sociedades capitalistas ya no hay burguesía comercial o industrial; el mundo del capital no tiene cara ni nombre ni apellido; y los burgueses han devenido en clases medias más o menos acomodadas sin control alguno ya de sus antiguos negocios o empresas…

El resto de la población, aún habiéndose empobrecido en los últimos años en grandes capas como consecuencia de la actual crisis, ha pasado a engrosar la base social del sistema actual, basado en cierta capacidad de consumo y, coyunturalmente, escaso ahorro, lo que ha supuesto un riesgo a futuro del propio sistema que fue necesario reconducir con las llamadas políticas de ajuste como consecuencia de las crisis de deuda añadidas a la crisis financiera, lo que ha producido bolsas de pobreza en sectores amplios de aquellas mayoritarias clases medias; clases medias que, en líneas generales, permanecen aún acomodadas y que, aunque con algo de incertidumbres sobre el futuro, siguen apostando por la estabilidad del sistema, a pesar de que el temor a perder su estatus les ha llevado a apostar por alternativas populistas de todo tipo, nacionalistas o antisistema, tendencias meramente coyunturales que aparecen y desaparecen en tiempos de crisis y en tiempos de superaciones de aquellas crisis …

El simple hecho de que todos los anteriores sistemas al actual han fracasado hace que a este lo posicione como el mejor de la historia; pero esta crisis ha demostrado que es necesario regular el sistema, pues ha sido precisamente la falta de regulación lo que ha provocado la crisis financiera en primer lugar y, con posterioridad, o al unísono, la crisis de deuda en Europa, una crisis que se ha agudizado en el sur de Europa, países que tuvieron que ser rescatados, bien rescates país, como Portugal o Grecia, o bien rescates financieros, como el caso de España, un rescate financiero que por su volumen y sus garantías públicas bien puede considerarse un rescate país.


Mientras tanto, los Estados, las naciones más importantes del mundo, han seguido con políticas ‘déjà vu’ y que, si bien sirvieron cuando la economía no estaba globalizada como en la actualidad y existía el muro de Berlín, hoy no tienen eficacia alguna: el comercio, las finanzas y las decisiones económicas se han globalizado sin control alguno y son decididas por grupos de poder sin cabeza visible alguna, y el poder político, en su función reguladora y de control, no tiene instrumentos eficaces para contrarrestar aquel inmenso poder oculto, repito, sin cabeza visible, pero que mueve ingentes cantidades de capital y con una casi infinita capacidad de decisión sobre dónde y cómo invertir en tal o cual negocio y en qué área del mundo. En suma, como vengo diciendo, se ha globalizado el capital pero no la política… Sí, la crisis y el mundo de hoy nos deja un mensaje claro: la necesidad de una gobernanza mundial del planeta en todos sus ámbitos: económico, social, poblacional y medioambiental.

Y frente a esa necesidad, aquí seguimos, en el Sur de Europa, mirándonos el ombligo y pendientes de si la otrora emprendedora burguesía catalana, a través de sus representantes políticos corruptos, se independiza de la que dice es su enemiga (España), en un camino hacia la nada, como ya nada queda de aquella burguesía catalana que creó industria, riqueza, cultura y bienestar y hoy venida a menos por mor de la globalización comercial y financiera y de sus ocultos y desregulados poderes…

Ante esta situación quisiera hacer algunas consideraciones y, si acaso, algunas propuestas para una izquierda que anda perdida en su melancolía de derrotas…

1. Como demuestra el artículo adjunto en el link de abajo, el mundo no ha estado mejor que hoy nunca a pesar de que muy poca gente cree que el mundo va cada vez a mejor. Pero esta mejoría no significa más que lo que significa: que antes se estaba peor, no que sea una realidad con la que conformarnos; al contrario: en el mundo sigue habiendo mucha pobreza, mucha desigualdad, migraciones inhumanas, guerras terribles, hambrunas, enfermedades espantosas, y mucha desolación… Y luchar para mejorar esto debe ser la agenda mundial en los próximos años.

2. Para aquella agenda se impone un cambio de estructuras políticas que ejerzan de contrapoderes reguladores del mundo; para ello hace falta más Europa Política y más estructuras continentales superiores capacitadas para la gobernanza de espacios globalizados con el fin último de regularlos para ir amortiguando las desigualdades que todo sistema libre de comercio crea.

3. El ideario de la socialdemocracia sigue siendo el más idóneo para aquella batalla contra las desigualdades; y al acierto o no de aquella socialdemocracia en su apuesta por construir aquellas estructuras políticas continentales y mundiales estará ligado su futuro como el más humanista ideario capaz de ir acabando con los males del mundo.

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P.S. Se habla mucho de los avances sociales que se están dando en Portugal, mi amado país, con el gobierno de izquierdas que lo está llevando a cabo. Claro que, también hay que decir toda la verdad: Portugal está haciendo esas políticas porque se las puede permitir tras un duro ajuste que llevó a cabo la derecha como contraposición al doble rescate país por parte de la Troika y, además, partía de mejores datos de empleo porque no tuvo burbuja inmobiliaria y no tenía problemas territoriales, aunque sí un elevado déficit público y exterior, así como una enorme deuda pública, lo que le llevó a solicitar los rescates y el necesario ajuste. Un ajuste que en España empezó a hacerse tarde por parte de ZP (y que no supo explicar, lo que le ha costado al PSOE el estado actual en el que se halla) y que era necesario; un ajuste que el PP ha llevado con más ahínco y con enormes costes en el empleo y caída de salarios: sin poder devaluar la moneda el ajuste tiene que hacerse en la economía real. Y es en esta nueva coyuntura, cuando si estuviese en el poder el PSOE, cuando se podrían hacer las políticas que se están implementando en nuestro vecino Portugal; pero dadas la fragmentación política española, el enorme paro aún, y, sobre todo, sin resolver el problema catalán, pues eso…
Y una cosa importante: ya quisiéramos en España que Podemos fuese el Bloco portugués: el Bloco lleva años gobernando instituciones locales y sus miembros no son oportunistas de turno ni salvapatrias como los líderes de Podemos… Y el Partido Socialista Portugués tiene resuelto su liderazgo con el que fuera un gran Alcalde de Lisboa, la ciudad de Pessoa…

Por tanto, una vez hechos los deberes en España, quienes gobiernen en España los próximos años podrán llevar a cabo políticas expansivas de gasto, toda vez realizado el ajuste, como lo están haciendo en Portugal; claro que, repito, en Portugal el PS es un partido cohesionado, el Bloco no es Podemos y Portugal no tiene problemas territoriales; como tampoco tiene tan excesivo nivel de paro como en España, aunque eso sí, más elevada deuda pública.

En suma, o el PSOE se espabila o el PP puede seguir en el poder y consolidarse al tener más margen de maniobra en el gasto público; y el que lleve a cabo la recuperación tendrá garantizado un largo ciclo de poder. Y en cualquier caso, con el diálogo y el pacto como método: la democracia no es frentismo sino pacto...


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