jueves, 16 de junio de 2016

MELANCOLÍA COLECTIVA

Me duele, y en exceso, el que personas a las que considero capacitadas para analizar y, sobre todo, para sentir (sólo somos sentimientos; los más, taimados de prejuicios), sigan obcecados avalando una mentira; como si necesitasen de aquella mentira para sobrevivirse y nunca terminar de reconocer que estaban equivocados, entrando así en un letargo de melancolía dolorosa: la peor de las melancolías es la de los fervores idos, desenmascarados, desmontados...
Y así, antes de reconocer que Pablo Manuel es un impostor, un falsario y un mediocre profesor de política que miente más que habla, antes de entrar en aquella antesala de la melancolía, necesitan seguir creyendo en las nuevas y reiteradas mentiras de aquel impostor.
Para ello, no sólo siguen vociferando aquellas renovadas mentiras del telepredicador, sino que las difunden con pasión; una pasión cercana a un cierto fanatismo religioso; quizás desde el oráculo de Córdoba sólo salgan proclamas de fe ciega y de caudillismos demagógicos, tan experto el ayatolá del califato en ambos, la fe y el caudillaje... Y siguen instalados en el frentismo, un frentismo contradictorio con aquello de que había que acabar con las mayorías absolutas y así reflejar con mayor claridad la compleja realidad española; y cuando se consigue acabar con aquellas odiosas, según ellos, mayorías absolutas y con el bipartidismo, lo que obliga a pactos entre todos, y transversales, y al abandono del frentismo, pues empiezan a negar el pan y la sal a los que inician ese proceso de acuerdos, pactos, consensos...
¡¡¡Y se quedan tan panchos!!!
¡Pero qué es la democracia sino pactos, acuerdos, consensos! ¿Acaso la democracia es frentismo? ¿El frentismo no era la barbarie? ¿Qué sino el pacto social que trajo el estado del bienestar a Europa? ¿Qué sino el pacto y el acuerdo entre todos que trajo la democracia a España?
Claro que, sea lo que sea y lo que ocurra, el día después nos lamentaremos todos. Será entonces, también en modo de nuestra salvación, un recóndito consuelo ante la paciente espera de un declive innecesario que trajeron del olvido cuatro iluminados y dos ayudas de cámara... Pero será, también entonces, una melancolía colectiva: la derrota moral de los fanáticos y la victoria fatal de los escépticos que nos adelantamos al futuro.
En suma: un país en el que seguirá creciendo la ruina; una ruina que no sólo será económica y financiera, sino, sobre todo, moral...
P.D. Reconozco que ante tanto fanatismo ciego es como predicar en el desierto de la mentira...

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