Necesitaba verlo. Saludarlo después de tanto tiempo.
Era azul, el mismo azul que he llevado en mi memoria, el azul del mar más mío, más cercano y más sentido siempre.
Pero por el Sur ya llegó el verano y con él su muchedumbre hortera de playas, tatuajes y sudores sobre cuerpos al aire espantosos y feos como una violencia...
Era azul, el mismo azul que he llevado en mi memoria, el azul del mar más mío, más cercano y más sentido siempre.
Pero por el Sur ya llegó el verano y con él su muchedumbre hortera de playas, tatuajes y sudores sobre cuerpos al aire espantosos y feos como una violencia...
Definitivamente, no soporto el mar en verano por la gente tan ordinaria que lo hace suyo...
El mar lo sabe y tampoco lo soporta. Pero no puede remediarlo: se refugia en su grandiosidad y en su propia fortaleza, sabedor de que al cabo sobrevivirá un año más al horror del verano...
El mar lo sabe y tampoco lo soporta. Pero no puede remediarlo: se refugia en su grandiosidad y en su propia fortaleza, sabedor de que al cabo sobrevivirá un año más al horror del verano...
No soy elitista; mi problema es que no soporto la vulgaridad, el ruido innecesario, la falta de respeto al silencio y la mala educación de las Españas, síntomas que afloran siempre en los espacios públicos más masificados: lo malo siempre se contagia, como una mala enfermedad...
Acabaré con el café y las aguas minerales pronto, y subiré a casa a refugiarme del espanto...
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