miércoles, 3 de junio de 2015

REFLEXIONES EN VOZ ALTA

Este es un país muy extraño... Como quiera que el resultado electoral de las elecciones territoriales obliga necesariamente a acuerdos, no hay día que no salga alguien criticando que mengano se reúne con fulano; y muchos medios denunciando que se reúnen en secreto (no, si le parecerá bien que se reúnan en una plaza pública, no te digo!); y claro, vuelvo a recordar una obviedad: Los líderes de los partidos políticos hacen lo que tienen que hacer; reunirse porque el resultado electoral obliga a pactos. Pues háganse, reúnanse las veces que hagan falta y dejémonos todos de dimes y diretes...
¡Qué país!!!
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Otra de las barbaridades que se suele decir en todo proceso de negociación política como el que estamos viviendo en España estos días es eso de "ya están repartiéndose la tarta"...
Y claro una vez más se pone de evidencia la infinita crueldad para con las cosas que a todos nos atañen y que sin ellas sería imposible la convivencia y la libertad... Las sociedades modernas si son algo son un complejo de poderes reales -y no tan reales a veces, que confluyen en un escenario público, en un territorio, o en un continente... Y en esa complejidad de poderes de todo tipo viene a poner cierto orden la política; una política que sólo dispone de instrumentos pactados por todos los demás poderes y por la ciudadanía, y que, a través del sufragio universal y la democracia representativa elegimos a nuestros representantes para que intenten poner aquel orden en ese entramado de poderes y como contrapoder de aquella ciudadanía frente a los abusos de los poderes reales. Y claro, la política llega a ser el poder de la soberanía popular, pero no el único poder, ni a veces el más importante, como la actual globalización ha demostrado por activa y por pasiva. Y no es el más importante, entre otras razones, porque la sociedad se sigue administrando a través de estructuras políticas obsoletas, cual los estados nación del pasado siglo, (hacen falta estructuras supranacionales que sí ejerzan aquel poder democrático como contrapoder a los verdaderos poderes fácticos y con cierto grado de eficacia en la globalización), más allá de que hacen falta muchas décadas para aprender a convivir en democracia en muchas sociedades; entre ellas, las de los países del Sur de Europa.


Y claro, y ahora ya referido al caso de España y a su actual coyuntura, llamar tarta a las distintas parcelas de poder que nuestros recién elegidos representantes políticos van a detentar para que lleven a cabo la gestión de los asuntos públicos, de entrada es una maldad, y, más tarde, un decepcionante concepto de lo público y del mundo de hoy.

¡Qué lejos estamos de cierta normalidad democrática!!!
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Las elecciones territoriales recientes de España han dejado claro que el PSOE es el partido hegemónico de la izquierda española.
Pero como los que no asumen nunca los resultados, aunque digan que los respetan, empiezan a justificar el por qué eso es así; y con vistas a los necesarios pactos, muchos de aquellos ven en el PSOE un partido de izquierdas si apoya a los suyos; pero los suyos no pueden apoyar al PSOE porque no es, según los mismos, partido de izquierda...
¿En qué quedamos? ¿Es de izquierdas si me apoya pero yo no puedo apoyar porque no es de izquierdas?
La gallina...



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