martes, 23 de junio de 2015

MARÍA CALLAS ME CALMÓ...

Sobre las dos de la tarde estuve de compras en un centro comercial de alimentación y limpieza... Enfrente del lineal en el que estaba se me apareció una bellísima mujer... Parecía como de porcelana y casi como que se podía romper... Disimuladamente me fui acercando y debilitando: la belleza siempre me hace mella y me derrite...
Sonó su móvil; hablaba en ruso, ese idioma tan mítico en nuestras grandes pasiones por la historia del hombre y sus territorios y culturas...
Ya en la caja, se colocó detrás de mi... Hice comentarios con la cajera sobre la incómoda manera de los lectores de las tarjetas electrónicas que parecen diseñados para enanos: tuve que agacharme para poder ver el teclado...
Y sonrió la rusa; para entonces, su rostro se llenó de ternura y de melancolía...
Y me creí Mastroianni en "Ojos negros"...
Y regresé por la Estepa rusa hasta el mar de enfrente... Y al llegar a casa, derretido, mareado, sólo pudo calmarme María Callas...



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