martes, 9 de junio de 2015

PAPELES, LIBRETAS, NOTAS...

Ordenando libretas y cuadernos... Y leo:

12 de Enero de 2010 (In memoriam)

Venía por las tardes, a dormir la siesta; se metía en mi cama, aquella cama de la Sevilla de las tardes tórridas de primavera, cuando los estudios, cuando los 18-19 años... Cuando las imposturas y los excesos...
Ya antes era mi protector y consejero; en músicas, en libros, en pinturas... En todos aquellos ámbitos a los que la pedantería y la impaciencia me llevaban; y también con excesos... Y eran largos paseos por La Alameda; o por los campos Llanos de Coín, donde las aguas cercaban los maizales, por donde los verdes se desparramaban hasta la ensoñación de los sentidos... Y también eran largas tardes-noches de chimenea y músicas de culto. De vez en cuando, Moustaki, aquel disco que me traje de Francia y que acabamos devorando de tanto oírlo; o a Bob Dylan, o a Santana, o a Paul Anka... Pero siempre regresábamos a Mozart, a su Concierto para piano y orquesta nº 21, a su Andante, Elvira Madigan, como acabó denominado por la película...

Sí, venía por las tardes; huyendo del cuartel, de aquellos espacios obscenos de una España impúdica, donde lo ramplón iba unido a la indecencia; donde el infantilismo iba incrustado al poder incivil de aquella España de Franco; eran los cuarteles, donde las milicias universitarias y donde la orfandad de la cultura, de la sensibilidad y de la razón...
-¿Qué harían allí aquellos jóvenes cargados de sensibilidad, de sentido de la solidaridad ya por entonces, de esperanzas en un cambio que se nos parecía ya inminente?, me preguntaba cada tarde que venía a refugiarse en mi cuarto de tanta podredumbre, de tanta extrañeza, de tanto abandono... Y llegaba tan agotado, tan extraño de lugar, de territorio, de cercanías, que se metía en mi cama y dormía hasta las nueve, hora a la que regresaba al cuartel...

¡Cuanto debió sufrir! Tanto como lo hacía yo viéndolo desde mi mesa, intentando estudiar, y mirándolo una y otra vez sin solución de continuidad...
Y quién nos iba a decir que cinco años más tarde decidiera bajarse, irse, y dejarnos para siempre sin olvido...

Se llamaba Modesto; y era el primogénito de mis hermanos varones

(Foto: con él en La Alhambra. Granada, 1967)


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios