martes, 9 de junio de 2015

D.E.P.

Pasé mala noche; no fueron los gin tonic que tomé en el Puerto de Cabopino tras recomponer los planes de la tarde-noche de ayer sino por mis cosas crónicas... Lo cierto es que en la primera hora de la tarde me acerqué a la farmacia de la urbanización ante la necesidad de química y, al salir, noté que me mareaba, como una pequeña lipotimia o algo parecido... Afortunadamente, me llevé el coche (suelo ir andando: no más de 300 metros) porque me noté sin muchas fuerzas, y pude alcanzarlo y regresar sin desmayo.
Me metí en la cama (estaba mareado), con mucho líquido y bebidas isotónicas; y supe entonces de la muerte de Zerolo...

Hace un rato salté de la cama; he comido algo sólido y me encuentro mucho mejor; pero no quiero dejar de homenajear a este hombre que pasará a la historia de España como unos de los más grandes luchadores en defensa de los derechos humanos, al fin recogidos en nuestra Constitución, pero que necesitaban, como tantos otros, de su desarrollo.
Muchos lo han recordado ya enfermo; yo quiero recordarlo así, como antes de todo, como aquellos días, cuando los que ahora le llorarán en público le decían barbaridades por las calles; sí, aquellos que desearon su muerte (bien, ya la tienen, pero luchó hasta el final); aquellos que intentaron acabar con lo conseguido pero tuvieron que aceptar la realidad porque la realidad no tiene remedio... Sí, la derechona de este país; la que nunca acepta la realidad, sólo la prohíbe; como si prohibiéndola la espantase...
Siempre fueron así... Se opusieron al divorcio, y tras aprobarse, los primeros que se divorciaron fueron ellos; es la doble moral de siempre; para mí, sí; pero no para el resto...
No, no pudieron acabar con lo que hiciste, Pedro. Y ahora sabemos que el Alcalde de Vitoria se casará con su novio; gracias a ti, a tu lucha Pedro...

Sí, tu vida se ha acabado; pero no lo que tú representas... Ojalá este país fuese tierra de gente mayoritariamente como tú.

D.E.P. un hombre decente.


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