jueves, 15 de febrero de 2007

LA EDAD, LA VIDA, LOS TIEMPOS...

"El destino de ciertos organismos es el de no dejar residuo alguno para la muerte, por lo que ésta sólo llega a aferrar un envoltorio vacío. Todo lo que podía arder ardió y su última llama fue la más bella".
ITLO SVEVO (Gracias, Nono)

El cumplir años, el hacernos mayor, el pasar del tiempo, la vida que transcurre, tienen eso: el que cuando una persona más joven está llegando a una experiencia vital-intelectual-emocional novedosa y determinada, la persona mayor suele estar de vueltas de aquella experiencia que tanto ilusiona a aquel joven. Y normalmente se está de vueltas con cierta melancolía: la que produce el desencanto.
Por eso debe ser muy difícil educar, porque si bien no debes quitar ilusiones y no impedir que el hombre vuelva a cometer los mismos errores desde su existencia (vivir es equivocarse permanentemente), sí es de persona responsable el alertar del posible desencanto en aquellos muy débiles, sensibles y de por sí perdedores.
Por otro lado, también cuesta oir proclamas y enaltecimientos optimistas ante experiencias ya vividas por uno, y con resultados que afortunadamente pasan al olvido. Y aquí es dónde podemos visualizar el nivel de madurez de un ser humano concreto: el optimismo es la enfermedad infantil del inmaduro.
Pero también consuela saber que al repetirse la historia significa que uno no estaba tan equivocado, a pesar del resultado final: la vida es un camino (sin retorno) hacia la nada.

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