miércoles, 7 de febrero de 2018

Y LA VIDA SIGUIÓ EXISTIENDO...

3 DE FEBRERO
Un querido amigo me recordaba que hoy es el día de San Blas. Y le hablé del tío Blas Martín, el marido de su hermana, la tía María Vázquez. Y le decía a Miguel que, como San Blas, el tío Blas era médico. Y le decía también que nos quiso a sus sobrinos como a sus propias hijas. La mayor, Pepa, que nació enferma, murió siendo niña... Nunca superó el tío Blas aquella tragedia: ser médico y no poder curar a su propia hija lo hundió para siempre.
Fue un hombre que sólo tuvo juventud; el resto de su vida fue una sombra... Pero una sombra eterna en nuestras vidas, porque fue un hombre extraordinariamente bueno y que nos quiso con mucha ternura...
Todos los años lo llamaba para felicitarlo, y desde que se fue todos los años, cada 3 de febrero, le echo un recuerdo inevitable y una mueca de melancolía; como este fado que es de los más hermosos que se hayan compuesto jamás...
Felicidades, querido Tío Blas...


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4 DE FEBRERO
Reconozco que salvo muchas y buenas excepciones no me gusta el cine español en general. Y, en cualquier caso, no es una industria sino una protección: si no fuese por las TV's (obligadas a financiar el cine español por ley) y las subvenciones públicas, no existiría; es verdad que el cine europeo, en general, está también muy protegido, pero en un mundo global no deja de ser una competencia desleal frente a otras verdaderas industrias que sí lo son sin ayudas ni protección alguna. Y sí, hay que proteger la cultura, pero no todo cine es cultura, como no todo libro es literatura o toda pintura es arte...
Ayer no iba a ver la Gala de los Premios Goya, por diverrsas razones; la principal, por lo dicho: no me gusta, en general, el cine español, a pesar de que ha mejorado, y mucho. En segundo lugar, se habla de glamour con mucha ligereza: para una o dos personas con clase y estilo suficientes, si algo es el cine español es que es muy poco glamouroso: la clase, la elegancia, no se adquiere; si acaso, se lima, y la mayoría de sus profesionales (actores, directores, productores, etc) si de algo adolecen es de elegancia, de clase y de estilo... Repito, salvo raras excepciones. Y en tercer lugar, porque las galas suelen ser un tostón...
Pero sobre las 23,30 horas me picó el gusanillo tras los posts de una querida amiga en Facebook hablando de la gala; total, que pulsé la 1 de TVE... Y no salía de mi asombro. Varias cosas...
1. La poca gracia de los presentadores y el guión tan poco cómico y tan plano como aburrido.
2. Si hemos visto en otras galas banderas políticas alzadas al unísono, eché en falta una posición unánime de denuncia del golpismo separatista catalán y de la pantomima del fugitivo, y más hablando de cine español...
3. Para nota los líderes políticos allí presentes: el predicador salvavidas y patrias sólo se viste para los Goya; para lo demás, incluido el Congreso de los Diputados, vamos de cañas, a charlar, a ponernos delante de un micrófono a insultar la inteligencia de los españoles que le pagan para, entre otras cosas, ser respetuoso con las instituciones democráticas...
Y qué decir del Sr. Sánchez, como iba de abanico rojo la noche, pues me pongo una corbata roja (al menos se puso este año corbata); lo que no sabe es que la corbata roja está muy bien para ir a un convite al mediodía; pero a una Gala nocturna, o esmoquin o traje con corbata oscura...
4. Si muchas de las quejas de anoche las eran porque pocas son las mujeres premiadas, y sus sueldos, la culpa la tendrá el sector, ya que los premiados son elegidos por ellos mismos y los productores son los que pagan... Y esas cosas se denunciarían mejor, quizás, rechazando premios en solidaridad con aquella lucha...
Siento este rollo, pero me apetecía meterme donde no me llaman: tengo una edad imposible... De hecho sólo vi el tramo final y fue inaguantable...
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Cuando me sigo sorprendiendo, cuando sigo sin entender qué es lo que entiende la mayoría de los españoles por democracia; porque, al parecer, esta mayoría sólo entiende de imposiciones de unos sobre otros, nunca entiende de diálogo; antes al contrario, eso de pactos, de consensos, de acuerdos, eso no es la democracia, eso es venderse al poder a los poderes de siempre; eso del diálogo, del pacto, para aquella mayoría de españoles que se creen muy demócratas, es venderse al enemigo, es hacerles el juego, es ser, en suma, un traidor de derechas...
Y todos estos que van vociferando con sello de autenticidad lo que es ser de izquierdas y ser un verdadero demócrata, vuelven siempre a decir lo mismo: la culpa fue de la transición política, que fue sólo un apaño con los franquistas... Y claro, llega un momento que uno dice basta...
Hasta aquí...
Y es que nuestra historia como pueblo sigue siendo una triste historia: el no haber tenido tradición democrática alguna, salvo unas pocas décadas a lo largo de nuestra pícara y panzista historia, ha llevado a nuestra sociedad a esta situación; sí somos una sociedad maleducada, fullera, cateta y repleta de fanfarrones en un callejón de difícil salida; y donde abundan los caudillos, los fugitivos de la justicia, los salvapatrias disfrazados de progres y todos los amorales malhechores gozando del aplauso y el apoyo de grandes capas sociales mayoritariamente populares...
Y no sólo sigue siendo verdad aquello de Antonio Machado de que, en España, de diez cabezas que existen, una piensa y nueve embisten, sino que pareciera que ni la que piensa estuviera ya por la labor...
Sí, hay que repetirlo una y otra vez: la democracia, es acuerdo, es consenso, pacto, educación y respeto; y el concepto de ciudadano como portador de derechos, sí; pero también de deberes, como decía Saramago: sin deberes no puede haber derechos; y es el diálogo, el debate, si, pero no la descalificación; la crítica, sí, cómo no, claro; pero no la demagogia y el insulto ni lo falsario elevado a verdad interesada... La política, la democracia, cuando funciona tiene que ser aburrida, ajena a los sobresaltos, y sirviendo para que la ciudadanía sea feliz y viva en libertad, no este circo mediático folklórico en que se ha convertido el espacio público español...
Y lo peor: visualizar la mediocre osadía de tanto ignorante fracasado de sí mismo.
En fin, tanto que batallar aún...!!!!

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