martes, 13 de febrero de 2018

CONFESIONES DE UN EREMITA, HETERODOXO Y ATEO (IX)

11 DE FEBRERO DE 2018
He invitado a comer a Samuel. Estoy esperándolo en el Club Social del Campo de Golf de Cabopino. Lo he dicho alguna vez: no juego al golf, pero amo los campos de golf, sus verdes y sus arboledas, y especialmente este, tan cerca de casa y con tan hermosas vistas...
Llega al fin, y me comenta que está escandalizado y harto de todo lo que acontece en el mundo, sobre todo de la falta de educación y del deterioro de la convivencia en muchas partes del mundo, y en concreto, en España...
A nuestro lado hay cuatro señores que han jugado al golf y se reponen con cervezas; son ingleses. Uno de ellos, el más grueso, toma coca-cola. Debe pesar, al menos, media tonelada. Y ya lleva dos coca-colas de 50 cl. La barriga le impide ver el mar de enfrente: le llega hasta los ojos... Por la cara, el aspecto del alma, no tiene más de 50-54 años, y una de sus piernas puede ser todo yo, incluida mi torpeza de huesos por mor de caídas de moto...
Y me quedo pensando en lo estúpidos que somos con mantener hábitos que sabemos nos dañan... Como si la inteligencia fuese algo ajeno a lo humano...
Lo comento con Samuel, que asienta...
14,40 HORAS
Nos esperaban en el restaurante, donde reservé el pasado viernes. Y nada más sentarnos Samuel insiste y me comenta que está bastante preocupado...
-No tengo hijos, como tú, -me dice; y creo que afortunadamente: nos evitamos más malos ratos viendo el futuro que les espera a las nuevas generaciones. Y se explaya...
-La gente, en general, hoy pasa de puntilla por la vida; como si no fuese con ellos. Se ha creado un espécimen egoísta, individualista, insolidario, competitivo, sin humanismo alguno como actitud vital o intelectual, sin aprendizaje de la moderación y la compasión, ese sentimiento trágico siempre pero solidario y cargado de afecto. Y es que hay un enorme deficit de humanismo, de sentido humanista de la existencia y todo es fachada y pose... Es la cultura de usar y tirar que también ha alcanzado al hombre y sus asuntos. Y a vivir, que son dos días, caiga quien caiga, me termina diciendo Samuel con síntomas de un cierto agotamiento: se emociona hablando de estas cosas...
-Nuestra generación, le dije, tuvo que renacer muchas veces y rehacer muchas cosas; las nuevas generaciones quizás no sepan aún que lo que tienen no es gratuito y costó esfuerzo y, sobre todo, costó soledad, miedo y mucho silencio. Y solidaridad y consensos dolorosos, difíciles, sí, pero productivos para todos y la historia así lo tratará. Y, para terminar, la culpa quizás no sea de ellos sino nuestra, por no haber sabido formarlos en aquella verdad y, en cambio, haberles enseñado a sobrevivir en un mundo de burbujas ficticio y lleno de mentiras como han sido los años que vivimos de fiesta y nadie pagaba las copas...
Y así fue pasando el día...

12 DE FEBRERO DE 2018
A primera hora de la mañana recibí una llamada de Samuel agradeciéndome el maravilloso domingo que pasamos juntos y para volver a recordar el exquisito arroz de mariscos que nos prepararon ayer.
-Me recordó el arroz de mariscos que me hacía Rogelio Garret, mi mayordomo portugués, que en paz descanse...
Y quedamos en que uno de estos días me contará la vida de su mayordomo y muchas de las anécdotas que vivió con él...
Le comenté, como curiosidad y en la despedida, que en mis años de Sevilla soñaba con que disponía de mayordomo y de ama de llaves... Pero eso es otra historia...


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