lunes, 9 de noviembre de 2015

UN CIELO DE ESPANTO EN EL HORIZONTE

Estoy en la terraza; hace día de primavera sobre el mar de enfrente y el pinar que me protege deja filtrar rayos de sol, de soslayo, que se agradecen...
Hace una tarde tan hermosa que siento se vaya pronto como acostumbra, desde hace días, por mor de no se sabe quién que nos cambia los tiempos, eso que somos y manipulan...
Como manipulan autoproclamados salvadores de patrias; con mentiras, con utopías ridículas y trasnochadas; y desde atalayas que se apropian sin pudor... Y cuando el mundo es más global que nunca y cuando la crisis actual nos obliga a universalizar la solidaridad y la ternura, aparecen estos golfos de la miseria de sus vidas proclamando la secesión de unos cuantos kilómetros cuadrados en nombre de otro dios, el del dinero, y con una sola fijación: el poder para no ir a la cárcel por robar lo que no les pertenecía...
Y enfrente, en vez de la cordura, el silencio; o lo que es peor: el españolito embravecido que desparrama en estos trances su concepto viril de todo lo que le rodea; y no sólo sacan pechos y banderas; sacan también los cuchillos y las ganas de hacer sangre, esa sangre tan derramada ya en las España y en la Vieja Europa y que mi generación creyó, al fin, enterrada para siempre...
Pero, por lo visto, sólo basta que alguien coja el mechero y el resto, los de enfrente, la gasolina....
Estoy en la terraza; hace un día de primavera; pero un cielo de espanto en el horizonte, si nadie lo remedia, acabará estropeándome este delicioso momento de incierto futuro...


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