Lo que más me gustaba de ti, -¿te acuerdas?, era tu sonrisa...
Pocas veces te lo decía; al principio, me daba vergüenza decírtelo. Tú sabes, mi timidez...
Luego, te lo fui diciendo poquito a poco; al odio; y casi siempre detrás de ti, en la cama, y con la almohada doblada para poder llegar a tu oreja y decírtelo bajito, muy bajito... Entonces, te volvías hacia mí y me sonreías...
Con la vida, y su tiempo, se me fue desdibujando el recuerdo de aquellos días de otoño... Pero nunca he podido olvidar la hermosura de aquella tu sonrisa; cuando te decía, bajito y al oído, que me gustaba mucho...
Como también me gustaba su color: creo recordar que era amarillo cadmio, tirando a limón...
Pocas veces te lo decía; al principio, me daba vergüenza decírtelo. Tú sabes, mi timidez...
Luego, te lo fui diciendo poquito a poco; al odio; y casi siempre detrás de ti, en la cama, y con la almohada doblada para poder llegar a tu oreja y decírtelo bajito, muy bajito... Entonces, te volvías hacia mí y me sonreías...
Con la vida, y su tiempo, se me fue desdibujando el recuerdo de aquellos días de otoño... Pero nunca he podido olvidar la hermosura de aquella tu sonrisa; cuando te decía, bajito y al oído, que me gustaba mucho...
Como también me gustaba su color: creo recordar que era amarillo cadmio, tirando a limón...
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