martes, 31 de diciembre de 2013

NOCHEVIEJA

Me levanté tardío y 'con garganta'; ayer, en la oficina, notó mi cuerpo que había caído: nadie como nosotros conocemos nuestro cuerpo... Sí, sólo conozco bien mi cuerpo y sus debilidades; como -apenas ya- todas sus grandezas... De mi alma (allí donde los sentidos, las cabezas, las melancolías y los asuntos imprevisibles, como el amor, la hermosura y la delicadeza de todas las ternuras) no puedo decir lo mismo: -¡tan ajena a veces!, como sorpresiva...
Pero mi cuerpo lo conozco desde siempre. Y sé de sus formas y métodos para decirme que no puede más; que necesita descanso, alivio, recomposición y apegos...
Y siempre, y por Navidades, caía y cae preso de mi 'talón de aquiles': la garganta, los pulmones... Y ya conozco el proceso, como conozco cada rincón de donde habito... Y ya sólo el tiempo y la mesura saben lo que tiene que hacer, si a bien lo tienen...
Claro que, como nunca me gustaron estas fiestas, ni, sobremanera, el salir en nochevieja a casa ajena (lo de la calle debajo del reloj municipal, nunca lo entendí), quizás lo de mi garganta sólo sea un mecanismo del cuerpo para contentar al alma...
Cuando entonces, cuando aún vivía mi madre, me llamaba a las doce de la noche de cada 31 de diciembre para desearme felicidad para el año nuevo; y claro, me despertaba: solía meterme en cama muy temprano, por mor de la garganta o por deseos de mi voluntad... Y cuando se enteraba de que estaba en la cama y no me había tomado siquiera las uvas, recordaba aquello que siempre repetía: -¡los García, a partir de los 50, se vuelven locos!
Y llevaba razón mi madre; excepto en lo de la edad: la locura nuestra es anterior a los 50...

En fin; había quedado con los hermanos que aún quedan por Málaga (ya marchó la hermana gallega, milagrosamente recuperada para la vida) en casa de la prima María del Mar... Pero será imposible, y un año más, me encamaré temprano; sólo me consuela que mi madre no se llevará un mal rato y que veré el Concierto de Año nuevo desde Viena; y desde la cama... Y sobre todo, pasará así más rápidamente este olvidable año 2013, que más allá de todos los regresos y maldades colectivas, me trajo la muerte muy cerca en forma de dos amigos muy queridos...
A pesar de todo, os deseo ¡Feliz Nochevieja! a todos; y perdonad el sermón de este enfermo físico y mental...

Os beso y os abrazo a todos...


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