martes, 11 de junio de 2013

REGRESARÉ A LISBOA

En unos días, estaré sentado con estos locos... Buscando lo otro...

EL MERIDIANO DE LAS TERTULIAS
Fernando Pessoa está sentado bajo la lluvia en la terraza de 'A Brasileira'. Dentro del café, está Almada. O estuvo. Durante mucho tiempo me acostumbré a verlo en la pared, en autorretrato de los años veinte, acompañado de dos señoras sofisticadas que parecían esperar cualquier cosa que pudiese llegar. ¿Cualquier cosa, o algo determinado? ¿El segundo futurismo? ¿El próximo tren de París? Hasta hoy, silencio absoluto. En A Brasileira, Almada ha dejado de ser visto con ellas y, con lo que cae fuera, no es normal que vuelva pronto.
'Chuvas corridas, tristezas crescidas e venha aguardente para lavar as feridas', dicen los lisboeats de taberna. Mientras, Pessoa, que sabe eso de memoria porque 'decilitró' por barras de media Lisboa, sigue en la terraza bajo la lluvia y, encima, sin vaso.
'Ahí está él, nuestro padre', decía Sebastiâo Opus Night señalando la estatua del poeta, siempre que pasábamos por el 'Chiado' al anochecer. No le parecía bien que lo sentaran fuera para que los turistas le vinieran a sacar fotos en plan familiar, pero mejor sentado que a caballo, como ciertos héroes de estatuas, porque, en opinión de Opus Night, Pessoa debía de ser de pierna frágil. En todo caso, era el autor de 'Mensajem' y, como tal, padre de todos los desempleados que andan a la pesca de poemas por el Tajo, decía él.
'Sí. En la silla del convidado de Pessoa sólo estaría bien Antonio Tabucchi', murmuraba yo invariablemente, e invariablemente Opus Night guardaba silencio. Para un hastiado de Lisboa como él, Tabucchi era tal vez un escritor maldito, si es que alguna vez lo había leído...

JOSÉ CARDOSO PIRES (Lisboa: Diario de a bordo. Alianza Editorial. Literaria. Madrid. 1997)

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