Haber estado en París con 18 años y en aquella España de entonces, imprime carácter... Pero haberte asombrado hasta el desmayo, al divisarla allí, en la escalinata, la alada sin cabeza, no sólo imprime una memoria ya siempre viva, sino que ya para siempre soñarás que algún día te prestará sus alas y así poder regresar a París para verla de nuevo...
Una vez allí, de nuevo te asombrarás hasta el derrumbe...
Te creerás, para entonces, también de mármol, y querrás permanecer -ya para siempre- a su lado...
Una vez allí, de nuevo te asombrarás hasta el derrumbe...
Te creerás, para entonces, también de mármol, y querrás permanecer -ya para siempre- a su lado...
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