sábado, 10 de marzo de 2007

10 DE MARZO DE 2007

La derechota está en la calle: son las 19,15 horas, y estarán envalentonados. ESPAÑA, UNA; ZAPATERO, ROJO, gritan, incluso los más jóvenes, como si en ello les fuera todo ¡Si supieran lo que les queda por madurar! De aquellos franquistas reconvertidos falsamente en demócratas, estos jóvenes resentidos de no se sabe qué, y cercanos a la extrema derecha que ya creíamos enterrada. Y siguen gritando contra ZP, no contra ETA. Porque en el fondo gritan, se manifiestan, contra la democracia, contra las decisiones políticas y judiciales que corresponde en derecho tomar a los representantes mayoritarios de la sociedad. Y todos portando aquella bandera que nunca del todo asumimos, y me refiero a la constitucional: no hago distingos con la de la gallina: son la misma, la roja y gualda, la nacional-católica… ¡¡¡Con el trabajo que les costó a algunos asumirla!!! Porque no amamos, y somos muchos, ninguna bandera: en nombre de todas se han cometido los mayores crímenes de la humanidad. Pero puestos a escoger me quedo con la tricolor, por lo que significó de proyecto de modernidad para esta sempiterna España rancia y casposa. Por eso, no es que se hayan apropiado de aquella bandera, es que es la de ellos, la de siempre, la de Franco, la de sus militares, la de Fuerza Nueva, la de los falangistas (FAES?), la de los vencedores de aquel golpe de estado contra la legalidad… La nuestra está enterrada, desde 1939, en la memoria colectiva. O no existe, porque en este renacer de los nacionalismos decimonónicos, la nuestra es la bandera universal de la libertad, y “en ella bordé el amor más grande de mi vida”, como escribió Federico (García Lorca).
Y en esta regresión histórica cercana al revisionismo de la transición y retorno al franquismo sociológico, aparece, cómo no, la nueva Inquisición: no hay regresión política sin que aparezcan los fantasmas morales del pasado, aquellos de la moral rancia y poco permisiva que necesita todo sistema socialmente represivo. Y así, se censuran, se retiran anuncios maravillosos, modernos, bellísimos, porque dicen que pueden incentivar la violencia de género (para con un anuncio de Dolce-Gabana), o que pueden incitar al turismo sexual (en el caso de un anuncio de Armani): hay que ser siniestramente enrevesado… Y así, no es de extrañar ver a curas y a monjas en la manifestación PPra de hoy en Madrid contra ZP, no contra ETA, como debería ser para estos viejos-nuevos españoles. Pero no siento rabia; sólo siento pena. Y entonces ya sobran las palabras: hay que pasar a la acción, que para los débiles no consiste sino en refugiarnos en nuestro exilio interior. Una vez más, que se queden con su España: esta no es la mía.
p.d. Se han visto concentraciones delante de las embajadas de España en Europa, como la Londres, con banderas de la gallina; ese es el amor a España que le tienen estos viejos-nuevos amantes de la España Una, Grande y Libre...

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