Anoche, casi de madrugada, llegó Rogelio Garret… Llevaba más de dos años en Portugal, en Lisboa… Sólo supe de él a través de alguna llamada y por mensajes de WhatsApp…
-¡Señor, qué alegría volver a verle!!!... Le encuentro muy bien…
-¡Señor, le ruego me disculpe por no haber podido venir antes… Ya sabe las circunstancias: la neumonía me tuvo casi tres meses encamado en el Hospital de Santo António dos Capuchos de Lisboa…
-Lo sé, pero sólo quería decirte que me alegraba verte de nuevo en casa..
-Señor, ¿le puedo dar un abrazo?...
-Claro hombre…
Casi lloroso (ya antes de irse por el Covid a Portugal, su tierra, era proclive a emocionarse y casi llorar por casi nada: debe ser cosas de la edad), me preguntó por mis largas estancias en Galicia; le dije que, dadas las altas temperaturas de este verano, fue una magnífica decisión la que tomé y allí he sido feliz a mi modo: dormir con edredón en verano, salir a la calle a diario con una sobrecamisa, cazadora o jersey…, eso, para una persona que no soporta el calor como yo, no está pagado con nada…
-Lleva razón, señor… En Lisboa ha sido horroroso este verano y este otoño aún… Por cierto, señor, ¿necesita que le prepare algo antes de ir a deshacer maletas?...
-No, por dios… Ya cené y estaba a punto de irma a la cama… Y además, no te pediría tal cosa tras tu viaje del que vendrás cansado, ¿no?...
-Un poco sí, pero si me necesita aún puedo prepararle algo…
-No hombre… Gracias de todas formas, pero vete a descansar… Mañana ordenas las maletas… Buenas noches…
-Como quiera… Pero si me necesita…
-Descansa Rogelio…, y buenas noches…
-Buenas noches, señor… Y que descanse usted también…
P.D. Me ha traído de Lisboa una libreta con la figura de Pessoa con un diseño moderno y elegante... Yo le he regalado una figurita de Santiago... Se ha emocionado...; bueno, yo también...
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