domingo, 9 de octubre de 2022

LA BELLEZA...

Acabo de oír -una vez más- el 4º movimiento (Misterioso) de la 3ª Sinfonía de Mahler y se me ha quedado una cara de melancolía que se parece a la ausencia...
Y he vuelto a recordarte, a ti que no te nombro... A ti, sí, que tanto te gustaba este movimiento de la 3ª Sinfonía de Mahler: siempre que llegabas a casa después de algún tiempo sin vernos me pedías que te pusiese el CD... A veces, era yo el que te lo ponía o te recibía con aquel movimiento de Mahler...
Muchas de aquellas tardes de los otoños de entonces, mientras oíamos esta hermosura, se te escapaba alguna lágrima... Y cuando te descubría llorando, te avergonzabas y te abrazabas a mí...
Recuerdo que te dije una vez que no había nada más sublime en el mundo que la belleza, una belleza que muchos hombres a lo largo de la historia la habían perseguido y la seguían persiguiendo, a sabiendas de ser inalcanzable por infinitamente inabarcable...
Y es que sólo lo sublime de la belleza mueve la verdad oculta de la vida del hombre en la tierra, en la esperanza quizá de un mundo distinto donde sólo ella, aquella inalcanzable utopía, reinara todas las vidas de todos nosotros sobre la tierra toda...
Ojalá nos quedara aún alguna de aquellas tardes de aquellos otoños, cuando llegabas a casa y oíamos el 4º Movimiento (Misterioso) de la 3ª Sinfonía de Mahler y acababas abrazándome mientras llorabas ante tanta hermosura, aunque, al menos nos queda la memoria, allí donde la patria que nos protege y desde donde seguimos conmoviéndonos con la belleza en cualquiera de sus formas: sólo nos basta recordarla...



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