lunes, 8 de octubre de 2018

ANIVERSARIOS INOLVIDABLES Y TRISTES...

Estos días son de aniversarios tristes: la desaparición de dos personas muy importantes en nuestras vidas (la mía y la de lo míos): el tío Blas, que más que tío fue padre por ausencias -casi permanentes- de padre; y Doña Lola, la madre, mi madre: el centro de todas nuestras vidas, la mía y la de lo míos...
Todos sabemos (el que os escribe y los míos) cuán importantes fueron estas personas en nuestras vidas; una nos dio la vida a muchos de nosotros. La otra, nos dio el alma para vivir con honestidad y dignidad: el tío Blas siempre fue para nosotros el referente más claro de bonhomía y de integridad humanas.
El tío Blas sufrió mucho, y todos sabemos por qué: al parecer este mundo es sólo para los sin escrúpulos. Las personas con escrúpulos morales, humanos, pierden siempre; sufren siempre... Pero son las que nos dejan referencias necesarias para sobrevivirnos. Y aunque ser honesto tiene enormes consecuencias en forma de sufrimiento en la vida, los que no podemos ser de otra forma necesitamos de aquellos otros para sobrevivir. Y el tío Blas fue la más grande de nuestras referencias. Y nuncanojamás dejaremos de estarles agradecidos por ello.
Y de ti, qué decir, madre: contigo se me fue quizá la única persona que me comprendía en mi permanente malestar con el mundo; porque sólo una madre sabe cómo son sus hijos; y tú sabías que yo sufría mucho; por mi forma de ser; por mis tristezas sin motivos; por mi melancolía de tantos y tantos fervores caídos...
Sí, tú siempre fuiste todo, madre. Y desde que todo se fue contigo, la vida fue cada vez más nada: "después de todo, todo ha sido nada" (J. Hierro).
Madre, no sólo huérfano de ti me encontré de golpe; también acobardado y triste: este mundo nos exige mucha entereza y algunos sólo sabíamos recurrir a ti en busca de amparo, de todo el amparo, madre... Y aquí me tienes; a veces, solo, muy solo...
Ojalá que mis dioses me sigan dando muestras de que todo lo malo siempre estará por llegar... Porque la bondad, eso que aprendí de ti, Tío Blas, y tu amparo, madre, nuncanojamás dejarán que triunfe en mí aquella bruja de la maldad...
¡Que así sea!

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