Eran las 10,30 horas cuando dejaba atrás la ciudad de Pontevedra...
Han sido casi un mes y medio, más de 3.200 km y toda predisposición a la hermosura...
Regreso a mis lugares más cercanos, con descanso en las tierras extremeñas que tanto amo, donde tras un enorme diluvio al atravesar Cáceres, ya calmo y sereno, y tras subir a la habitación la maletilla y los utensilios digitales, tomo un gin tonic y un poco de jamón de la zona, ese prodigio de la España Occidental, sea salmantina, extremeña u onubense...
Un jamón que ya probé en Salamanca al mediodía, cuando las 14,15 horas tomaba como alimento, con coca-cola y café... Y una chocolatina de postre...
Han sido casi un mes y medio, más de 3.200 km y toda predisposición a la hermosura...
Regreso a mis lugares más cercanos, con descanso en las tierras extremeñas que tanto amo, donde tras un enorme diluvio al atravesar Cáceres, ya calmo y sereno, y tras subir a la habitación la maletilla y los utensilios digitales, tomo un gin tonic y un poco de jamón de la zona, ese prodigio de la España Occidental, sea salmantina, extremeña u onubense...
Un jamón que ya probé en Salamanca al mediodía, cuando las 14,15 horas tomaba como alimento, con coca-cola y café... Y una chocolatina de postre...
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