No hay día -casi siempre al atardecer- que no te recuerde mirando los barcos; aquellos barcos cansados que, cuando la noche, regresaban del mar...
Otras veces -casi siempre al amanecer- te recuerdo sentada en la banqueta de la terraza, cuando aquellos sábados de entonces que nunca más volvieron a nuestras vidas...
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