Los que no sabemos rezar, por aquello de las creencias en la nada, cuando cometemos errores, cuando nos equivocamos, hacemos propósitos de enmienda, pero de verdad, no a golpes de pecho para salir del paso...
Entre aquellos propósitos de enmienda está el de ser mejor persona y el de olvidar (al menos, el intentarlo) los malos ratos que otros -quiero creer que sin querer, quizás- nos hicieron pasar...
Es el perdón, eso tan humano; pero no de los pecados, cosa en la que no creemos, los pecados, sino en los errores de los otros y los de uno mismo: muchas veces, las más, somos nosotros mismos los que cometemos los más graves errores...
Errores que tanto y tanto nos cuesta siempre reconocer ante los demás pero que no superamos engañarnos a nosotros mismos...
Sí, quizás mejor el olvido de lo dañino y torpe...
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